sado, cargado de promesas y el perfume que
Él había desviado toda la comida, todo el personal, meses de esfue
endes. Necesita esto", me había
ndiendo mis joyas, sacrificando todo para salvar su rep
, mientras ellos cel
o: "¡Sofía! ¿Dónde diablos estabas? ¡Tienes
el miedo ya no me paralizaba. La mujer
una calma helada:
las todo!", espetó, justificándos
mi vieja máscara de fragilidad. "Pero
llamándome
alrededor, que antes me morti
ndo Vargas, el crítico g
ente lo que te
ijo: "Cada planta t
dedo por él. Iba a construir mi