a la mejilla, sintiendo el ardor punzante. La confusión la inundó por un segundo. ¿Quién era esta mujer? ¿Y
leria, su voz un chillido desagradable. "¿Pensaste que nadie se iba a dar cuenta?
ra detener esa locura. La mujer est
comenzó a decir, con la voz u
leria con una crueldad asombrosa. "Sé exactamente qui
en un intento inútil de protegerla. "Y tú, alcahueta
ntuvo firme. "No le falte
" Hizo una seña a dos hombres corpulentos que estaban detrás de ella. "Desháganse de es
agarró a María por el cuello y, con un movimiento seco y profesional, le rompió el cuello. El cuer
olor. ¡María! La mujer que había sido sus manos, sus ojos y su consuelo durante t
ra un vacío, una crueldad calculada. Esta no era la brillante socia de la que Mateo hablaba. Era un mon
ta de seda. "Mateo me ha dado carta blanca. Él confía en mí ciegamente. Sabe que haría cualquier cosa para prote
del clima. La vida de María no signi
ue la acompañaban, una rubia teñida con una sonrisa aduladora. "N
cupado siendo un líder. Necesita a alguien como yo, que se encargue del trabajo su
era insignificante comparado con la furia helada que ahora la consumía. Tenía que det
iga en el suelo, miró a Vale
baja y cargada de una autoridad que hizo que incluso los matones du
es idea de q