img La Misión Imposible  /  Capítulo 4 | 20.83%
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Historia

Capítulo 4

Palabras:1395    |    Actualizado en: Hoy, a las 18:07

ngüentos para mis heridas. Su presencia era un bálsamo para mi alma tanto como para mi cuerpo. Me contó su plan: Isabella y Alejand

me cambiaba las vendas. "He contratado a un hombre de con

esperanza, solo una resignación cansada. Si fu

el murmullo de cientos de invitados. La mansión Solís brillaba en todo su esplend

a un vestido de gala plateado que brillaba bajo la luz

rás, te pondrás un traje y estarás

ra qué? ¿Para que todos

ofeo, mi advertencia andante." Hizo una pausa. "Pero si te comportas, si sonríes y felicitas a Alejandro y a

sido condicionada durante ocho vidas a buscar su aprobación, sintió un tirón. Pero

de pie"

ó en protesta y el movimiento tiró de las heridas apenas

estello de algo en sus ojos. ¿Preocupación

, espetó, pero su voz t

o apareció en lo alto de las e

iéndose al instante. "Solo estaba.

corriéndome con desprecio. "

. Extendió una mano y rozó mi mejilla, donde la marca de la bofetada

z más baja ahora. "Haz lo que te

s nuevas sirvientas, una chica joven y tímida que a veces me había mirado con lást

tención desviada instantáneament

quemara. "Ocúpate tú de ella", le dijo

sado. La breve ventana de su ex

mis heridas era una tortura, y la tela del traje se sentía como pap

mujeres con joyas deslumbrantes. Todos reían, bebían champán y fingían se

abra. La gente me miraba de reojo, susurraban entre ellos. Algunos c

ara dar un discurso. Agradecieron a todos por venir, h

é en el balcón. Le rogué que no se casara con él, le confesé mi amor una vez más. Ella se rio en mi cara. Me dijo que era patético. Luego llamó a

ario, tan hermosa, tan cruel. Y supe que no podía confiar en ning

s. Cada movimiento era una agonía. Mi cuerpo estaba al límite. La fiebre

la cocina, mis piernas cedieron. Me derrumbé, y la bandeja cayó con u

l salón. Todas las mirad

nútil", siseó en voz baja para que solo yo la oyera. "Ni siqu

intentando ponerme de p

entas", replicó. "Limpia

zaba a recoger los trozos más grandes. Un trozo afilado se me clavó en la

o mis rodillas. Mi visión se volvió borrosa. Lo último que vi antes d

, la de antes de mi "castigo". La luz del sol entraba por la ventana. Es

sentí confundido.

vestido de fiesta, sino una simple bata de seda. Su rostro

e la cama. No dijo nad

ente, su voz apenas un susurro. "Y agotamiento extremo. Dijo

ión. La muerte era

ntos. "No vas a morir, Di

ca del mío. Olía a lavanda y a algo más, algo

murmuró. "Yo

como el ala de una mariposa. Pero no se sentía co

ué era este nuevo juego? ¿Era esta la parte en la que ella me most

me, la escuché susurrar un nomb

jand

u mente, en su corazón, estaba besando a Alejandro. Y

. Incluso en su momento de aparente ternur

itación, con el eco de su nombre en mis oídos. Y la ce

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