asa, un lugar que de repente se sentía ajeno y frío. El silencio era pesado, lleno de
ba fijamente la pared vacía de l
oz suave y calculada. "Con las deudas, la falta de dinero... A
s de la anterior. Culpaba a la pobreza que ella misma había fabricado. Ricar
frontarla. ¿De qué serviría? La verdad no l
jo finalmente, su voz plana,
ardo. Me estás alejando. ¡Y
para mirarla por primera vez. Sus ojos estaban muertos. "
a desafiaran, a que su manipulación no funcionara. Se levantó de u
, gritó antes de salir de la casa, dando
z en años que la casa se sentía verdaderamente en calma. Era una paz triste y
él lo había dejado. Sus libros de texto apilados en el escritorio, su ropa doblada en una silla. Sobre la cómoda, v
habitación de Miguel mientras Ricardo
dor con una expr
Guardar todo esto solo te hará más daño" , dijo, su
eñaló el objeto
rquerías viejas. Hay
uel llegó a casa con una sonrisa de oreja a oreja, sosteniendo ese pedazo de plástico
resente, sino que había estado ausente de todo su pasado. No conocía a su propio hijo. No cono
en su mano, el plástico barato cortándole la palma,