y Ricardo se giró para mirarme, sus rostros llenos de una curiosidad bu
isma amiga chillona, mirándome de arriba aba
o una mano protectora en el hombro de Sofía, un gesto que me hizo
na sonrisa co
formalmente, aunque he oído mucho de ti". Su tono insinuaba que todo lo que había
más áspera de lo que pretendía. Mi mirada estaba f
ta, incapaz de sos
r favor...",
hombre de la casa. Dime, Armando, ¿a qué te dedicas exactamente? Sofía
upo fue como s
, mi esposa, fuera la "compañía" que Montemayor había arreglado, sin saber que era para su propio marido? ¿Había venido
una señal de que todo era un terrible malentendid
era demasiado grande. La
como la mía. Sonaba muerta, vacía. "Mañana a primer
odía pasar un segundo más en es
spe
sorprendentemente fuerte. Sus ojos,
odo esto? ¿Por qué me seguiste?
ejó atónito. ¿Ell
r, Sofía. No te creas tan importante. Tengo asuntos
tener un simple programador en el club más exclusivo de la
atando de controlar la rabia que amenazaba
luego, estallaron en carcajadas. Una risa cru
por Dios! ¿Tú? ¿Reunirte con el gran Montemayor? Amigo, ni en tus su
e tenía se extinguió. Ella también creía que yo era un mentiroso. Un pobre diablo q
quebró. "No hagas esto. No mientas