era solo la traición, era la absoluta falta de fe. Después de todos estos años, después de todo lo que
s de mí", dije, mi voz apenas
, mordiéndose el labio. Su silencio er
or el brillo del oro. Un amor donde la confianza fuera el cimiento. Y ahora, ese cimiento se había derrumbado, llevándose
yectos. Para ella, yo era solo Armando "El Coder", el genio de las computadoras que traba
ada oportunidad. "Mírame a los ojos y dime que me crees. Dime que c
mirada. Por favor
os estaban rojos e hinchados.
ncuentro aquí, con Ricardo... ¡y tú me acusas a mí! Y luego i
té, perdiendo la compostura
ndome ligeramente. "Ya la oíste. Déj
vo, esta vez con una d
uplicó, su voz rota. "No quiero que ter
ofunda. Su pena no borraba la imagen de ella riendo con Rica
ear por este payaso. Vi cómo te reías mientras sus amigos me llamaban 'godínez'. ¡Y lo peor de todo, vi en tus ojos q
brusco. El dolor en su rostro era inme
no. Lo reconocí al instante. Era un empresario de poca monta, un tal "Gordo" Ramírez, co
nrisa grasienta. "El programador estrella. ¿Perdido, amiguito? Este
ía a alcohol
Ramírez", le advertí,
llorarle a tu mami? O mejor, a tu esposita... aunque parec
el vaso. La rabia, conteni
, dije con una
vantó un puño carnoso, apunt
spetar a tus superior