onando en su cabeza. Cada paso era un esfuerzo, el dolor en su costado era un cuchillo al rojo vivo
pero el guardia de seguridad, un hombre corpulen
as, chamaca? Todavía
mal", suplicó Sofía, apoyándos
quieren irse de pinta. Necesitas un pase de sa
do. La ironía era tan cruel que casi le dio risa
Don Chema, el conserje. Un hombre anciano, encorvado por los años, pero con unos ojos pequeños y brilla
posa pero amable. Miró a Sofía, pálida y sudorosa
", logró decir Sofía. "Me due
"Déjala salir, hombre. ¿No
ros. "Órdenes son órdenes, Ch
igilancia cobró vida con un carraspeo. La voz del Maestro F
ización para salir del plantel. Si intenta irse, deténganla y repórtenl
atrapada. Era una prisionera en su pr
e acercó al intercomunicador y
ofe, creo que se le cayó la cartera aquí junto a la dirección. Tiene un mo
luego una respuesta apresurada.
artes. Y cuando vea que no hay cartera, se va a poner como loco". Se giró hacia el guardia. "Mira, Ramiro, esta niña se siente ma
el respeto que le tenía al viejo conserje, dudó un segund
iquete de metal giró, abrie
a, de verdad, grac
sa", dijo el anciano, dándole
s del Maestro Fernando. No se atrevió a mirar atrás. Siguió caminando, con el sol de medi
edia cuadra cuando un grito
DÓNDE CREE
a de la escuela, rojo de ira, agitando el p
MEDIATAMENTE! ¡E
astrando los pies. Pero él no se rindió. Salió de l
BLANDO, MOCOS
ndo detenerlo. "¡Maestro, por favor,
nando, apartándolo de un empujón que casi hace caearró bruscamente del brazo. S
!", gritó, su rostro co
e. El dolor en su abdomen se disparó, una ago
irección y vas a rogarle a la directora que no te expul
mas de dolor y rabia corriendo por sus mejillas. "¡Usted
ate la
ME VOY A
, se interpuso entre ellos. Se plantó frente al Maest
voz sorprendentemente firme. "Has ido dema
a pegar con tu escoba?
a enferma", respondió Don Chema, sin retroceder. "Y te aseguro que mi pal
ción del viejo conserje lo hizo dudar. Aflojó su agarre sobre e
nazó, apuntándola con el dedo. "Ni tú ni