a el premio "Innovador en Diseño Urbano", un prestigioso honor en mi campo. Había g
cuando el timbre volvió a sonar. Era Judith. Sost
r -dijo, con una sonrisa brillante e ingenua-.
h -dije, tománd
ver el interior de la casa, s
moso. ¿Puedo
era responder, en
ía que no -dije, movié
o se ens
ojos muy abiertos por una admiración fabricada-. Sabes, Daniel dijo que me
til afirmación de su lugar en la vi
con voz fría-. Pero ne
segura en su estante, pero ella fue má
solo un segu
a, mi mano cerrándose sobre
afloja. Sus uñas se clavaron en mi piel. Dio un tirón rep
ntoso. Un trozo grande y dentado se desprendi
quedamos
de un solo vistazo: yo de pie sobre un trofeo roto, Ju
tó, corriendo al lado de Judit
ando su mano perfectamente intacta-
es, señalando una diminuta marca
rostro como una nube de tormenta. Vio a Ju
do. Tomó en brazos a una Judith llo
cias. Ismael, tú
, su voz murmurándole
acia mí, con el ro
la por un estúpido premio? Y
rmelo -dije, mi voz ba
era sostenerlo! -replicó-. Mira lo que le hiciste.
el cris
erlo, Ismael. Lo
burló-. Tienes que
-dije, mi voz elevándose-. Ella lo ro
accidentalmente un trozo de cristal? Eres una arquitecta exitosa, Angelina. Gan
a cabeza
o está. Deberías pensar en
do la puerta
de cristal destrozado. Me ardía la mano. Miré hacia abajo. Cuatro profundas y sangrientas marcas en forma d
caminé hacia el baño. Me lavé la sangre de la mano bajo
. Era un mensaje
tra reunión en Monterrey están co
les y firmes. Era un salvavidas de otro mundo,
amó un minu
n la madre de Eduardo. ¡Todo e
al mientras envolvía una toalla de papel alr
to cuando yo decía: "Nos vemos en dos semanas". Se detuvo, s