cocina. Su voz era más suave ahora, tratando de calmarme
la encimera, con
emana. Pensamos que podría ser divertido. Deb
pista era para mí. Era mi escape, un lugar donde Ismael me enseñaba las líneas del circuito y Daniel se encargaba de la logística,
verso. El centro de su gravedad se
de mudanza escondidas en un rincón, ya etiqu
as? -preguntó, fr
je, con voz evasiva. Abrí el refrig
jo Ismael, con tono sospechoso-. Estás actuando rar
to al revés. Mi distancia no era un síntoma de
ono de Daniel. Miró la pantalla y s
udith. ¿
ro lado. Algo sobre una llanta ponchada en una carretera desierta. Sonaba indefensa
Daniel, su voz un bálsamo reconfortante. Colgó y agarró su
dirigía hac
os más tarde. A
Me quedé allí un momento, con la botella de agua fría en la mano. Ni siquiera preguntaron si estaba bien, si necesitaba a
el último vestigio de nuestra historia compartida ahora era un mont
rqué un número que no
ía
un marcado contraste con la frialdad que acababa de llenar mi hogar. Mi tía fue la que
Caro -dije-. De hecho,
una p
¿De vuelta
S
y comprensión-. ¿Es por Daniel e Ismael? Vi cómo estaban e
ndí dire
mbio. Y... la b
tos años. -Suspiró-. Siempre pensé que serías tú
n dolor sordo, un
. -La mentira sabía a cenizas en mi boca, pero era neces
verte antes d
Ven a cenar mañana. Ha
r primera vez en todo el día-. Y tía Caro, por favor, n
lo un s
. Tu secreto est