isma
o
a
uando el alma, como un péndulo roto, se queda atrapada en ese instante, oscilando una y otra vez entre memorias que no parecen pertenecer a este tiempo. Entonces, te preguntas: ¿es solo un simple sueño o
en su idioma secreto, tener que conformarte con retazos de algo que desafía la lógica, pero que para el corazó
zás sea una obsesión... o quizás solo un recuerdo extraviado de mi infancia. Lo más desconcertante es la figura que se repite cada noche: un hombre sin rostro que me observa desde el público mientras bailo, como si e
ardián que nunca pedí. Algunas amigas dirían que es el efecto de largas jornadas bailando, de la necesidad de enamorarme, o de la falta de verdaderos vínculos. Y puede que tengan razón. A estas alturas, l
. Solo sombras largas y charcos reflejando la luz de la luna. Sin embargo, esa sensación inexplicable volvió a envolverme, como un perfume invi
scifrar lo que suc
en sobre los adoquines húmedos; el eco de mis tacones se apaga como una campana rota. Frunzo el ceño. Miro a ambos lados,
hambriento. Mi cuerpo entero se congela. El miedo me paraliza de una forma que nunca había sentido antes, brutal, a
sible me envuelve. No una mano. No un cuerpo. Una energía... intensa, cálida, casi eléctrica, que se arremolina a mi alrededor como un mant
o, el corazón golpeando como un tambor salvaje. Todo huele a humo, a metal, a miedo. Me llevo las manos temblorosas a
nvuelta en un largo abrigo oscuro. Mi respiración se corta. El frío que me atraviesa se mezcla con un calor extraño, profundo, que brota desde el centro de mi p
claro como un recuerdo robado al tiempo: facciones perfectas, ojos oscuros que brillan como un mar de estrellas, labios entreabierto
tya
sa para este mundo. Quiero moverme. Quiero alcanzarlo. Pero mis piernas siguen atadas al suelo, mi cuerpo temblando bajo la marea
un sueño, pero solo rozo el vacío. Una lágrima tibia resbala por mi mejilla. ¿Qué ha sido eso? ¿Una alucinación? ¿Un sueño? ¿Un eco de al
oras d
o en el suelo, sin importarme nada, y me metí directo en la ducha. El agua caliente golpeó mi piel con fuerza, arr
una de esas viejas que usaba para ensayar, y encendí el reproductor de música. La melodía suave de
pañaba en las noches largas- y me acurruqué en la cama. La lluvia golpeaba
sonido del piano se aleja, como si alguien bajara lentamente el volumen del mundo. Mi cuerpo
z misma. Su figura alta y elegante corta el paisaje, su cabello castaño claro se agita levemente con la brisa suave. La piel de su rostro brilla bajo el sol tibio, marcada por faccion
mi ser queda desnudo ante él. Co
nrisa es leve, apenas una sombra en sus labios, pero suficiente para que mi
mí como un susurro en la br
hago. Sólo sé que mis pies se mueven por sí so
a suavidad imposible, como si temiera romperme. Un
voz más baja, más ínti
inguna palabra logra salir. Siento que el pecho m
ricia mi mejilla. Sus ojos gri
sola, Katy
Quiero quedarme aquí para siempre, perdida en este momento, en esta sensación de ser completamente suya, de qu
a atrás, como una corriente invi
, extendiendo l
con una trist
remos a ve
encendida. El libro abierto a mi lado. La música ya ha terminado. Miro a mi alrededor, desorientada, el corazó
lo oigo. Un susurro apenas audible, como un roce de alas negras en el rincón más frío
ue se desliza entre mis pensamientos. Cada palabra suena como un beso en
lo escucho en mi mente o si realmente está a mi lado. Mi respiración se acelera, mis dedos se aferran a las sábana
lverme como un lazo invisible-. Puedo hacer que él regrese, que lo tengas, que lo d
viera justo detrás de mí, esperando, observando cada uno de mis movimie
palpable en su voz-. Y yo... puedo hacer que lo consigas, puedo s
mi mente me juega una cruel broma. Pero su risa, profunda y os