isma
purg
vi
a de la virtud, pero enfrentarse al abismo, dejarse devorar por él, eso es para unos pocos. Los demás... los demás se afe
ren la jaula dorada antes que volar con alas negras en un cielo prohibido. Por cobardía. Por comodidad
s. Se siembra en la tierra con huesos rotos, se riega con la corrupción de las almas. Se forja en la
coro de corderos. No para aplaudir sus decretos podridos de falsa luz. Desde el principio, sentí en mi sangre el hambre de algo más grande. Un fuego que no podían apagar con cán
lo que realmente era: un campo fértil para la crueldad, la ambición, la sed de poder. Una t
rio como un perro rabioso al que temen mirar a los ojos. Un exilio hecho de vacío,
e la culpa es un veneno que ellos mismos se inyectan para mantenerse dóciles. Ahora soy libre, libre de sus mentiras, libre para arrancar e
en sus cielos decrépitos, yo cabalgo sobre los gritos y las plegarias inútiles. Que teman. Que se escondan.
ue me quitaron. Y ella lo hará posible, la bailarina, Pero los inútiles engendr
tada del purgatorio, con las sombras retorciéndose a mi alrededor co
de viento helado-. Hicimos lo que nos ordenó... pero emergió Maski
anta. Un rugido contenido que quemaba mis entr
para romper la maldición... y la dejaron escapa
temblando tanto como sus rodillas huesudas-. Cr
en su rostro torcido. La criatura se encogi
juntos. Pero Maskim debía materializarse. Debía hacerse visible ante ella. No seguir ocu
olo roto por el aleteo sordo de mis alas exten
ó uno, arrastrando las palabras como si
s mismas del vacío-. Es muy pronto. No queremos a ese ent
rotó nerviosamente las garras contra su
tarse ante la muchacha
eo, mi figura envolviéndolo como una sombra vi
No puedo salir de este maldito lugar sin debilitarme. Necesito corromper más almas para recuperar
lo venenoso, como un veneno d
nrisa torcida, una mueca nacida del
da al cielo roto, ese velo agrietado que dejaba ver, como a través de un espejo empañado, el pálido resplandor
fec
astraba a la imagen de su ángel. Lo necesitaba. Lo deseaba. Pero aún no con la intensidad adec
tos, con la lengua húmeda de la tentación. No de amor, no... sino de hambre. De piel. De aband
rle. Las manos tensas, aferradas a las sábanas. Los labios temblorosos, in
A Maskim. Como si su contacto
los dedos crispados sobre los br
s se agitan. El aire se espesa. La rabia me su
el fuego dentro y lo apagas con miedo! ¡Tu carne lo llama, pero tu alma lo detiene
jadeando, con la frente perlada de un sudor que no
esfuerzo. Quizá la m
o hubiese golpeado-. ¡Nada estaría ocurriendo si hubieras hecho
asoma entre los pilar
raer a Maskim... te
carcajada seca que
la mano? Maskim no es un ángel común. Es filo puro. Y si lo enfrentan, no quedará ni su
cabeza. Tiembla.
en los dedos. El encierro aprieta, me consu
caen como veneno dulce-. La bailarina. Ella e
e una tensión espesa. Esperan. No entienden de
a se deslice entre nosotros como una serpiente- ella hará el resto.
z en el trono, exhau
tra deriva, pero si fallan está vez voy a aplastarlos con mis propias manos, ¿entienden lo que está en juego? -gr