días
Teatro
a
fondo, es un vacío que no tiene forma. Una grieta invisible que se abre dentro de uno sin previo aviso, y por la que se escapa el sentido
nadie puede ver? Si seguimos anclados a esa pesadilla sin rostro, tratando de entender, de unir los h
Porque detenerse es mirar de frente ese abismo que nos habita. Es arriesgarse a descubrir que lo que sentimos -esa presencia, ese recuerdo sin forma, esa an
ensayo y el insomnio acumulado. Quisiera convencerme de que esos sueños en los que aparece él -ese hombre que ha l
e lo
ozara la nuca en plena madrugada, como si sus manos invisibles supieran exactamente cómo calmar mi ansiedad con un
n haciendo eco en mi cabeza como si no pudiera callarlos, como si alguien me acosará d
e. En las noches, dejo que la música me envuelva, me consuma, me transforme. En el escenario dejo de ser Katya; me convierto en fuego, en ritmo, en arte. Y entonces... ento
paredes respiran historia, y los saludos de compañeros se pierden entre el murmullo de mis pensamientos. Llevo el bolso al hombro y el cuerpo aún ado
do evitar que se me cierre la garganta mientras emergen las interrogantes: ¿Qué diablos hace aquí? ¿Acaso
ra, arrogante. La misma que alguna vez me hizo perder el eq
firme, elegante, ensayado-. Sigues robán
su rostro. Inte
ntenta sonar fría, pero mis manos tiem
ñade-. Al parecer, me asig
iempre habló como si la vida fuera un guion que él pudiera es
. Y no me interesa recordar nada de lo que pasó entre nosotro
e. Pero cuando estoy por darme la vuelta, cortar el momento antes de que algo dentr
e las cortinas y los rincones del teatro vacío. Pero en un
me extrañas? ¿No deseas que te liber
parece apagarse, como si el mundo se contuviera en un suspiro. Aprieto el bols
labra y podrás tenerl
con una dulzura enfermiza. Ya no es un
frunciendo el ceño, su voz aje
. -mi
. Solo abre un poco m
ndo. Más grave. Como una presenci
Y yo puedo traerlo. Pero p
o, sin saber si
un paso
Ka
va, reprimiendo el temblor en mis
pudiera leer entre líneas. No quier
ento d
las luces tenues apenas dibujando nuestras siluetas sobre el suelo de madera, me siento viva. No por los aplausos que vendrán ni por los o
de mis sueños, pero cada noche, cada ensayo, bailo para acercarme a su presencia. Siento que me
me sigue el ritmo con precisión, su energía toca la mía sin rozarme. Sin embargo, yo no lo miro, solo bailo. Una piruet
n sueños y me deja el pecho vacío al despertar. Lo busco en cada nota. Lo invoco con cada giro. Cierro los ojo
go llega otro sonido, seco, grave, como un rugido contenido. El escenario tiembla cuan
ta Iván, pero
enormes, suspendidos del entramado
entras tanto el tiempo parece detenerse, pero es inútil. Intento moverme, romper
e deja sin respiración. Caigo mientras la madera me recibe con violencia. El impacto me arrebata el aire de los pulm
Mierda, Ka
caos alrededor mío y yo... yo solo puedo mirar hacia arriba. Y el techo del teatro parece tan leja
mi cabeza: ¿Y si no puedo volver a bailar? ¿Y si esto fue todo? ¿Dónde está Él?