levar a Grace a su villa; quedarse en la finca familiar era raro incluso para ellos, ya q
, Ethel los llamó y los guio hacia e
de adoptar a esta chica, pero hay algo que deberían saber", les dijo, con su voz bajando a un susurro conspirativo. "Los chicos
bía observado colmar de afecto a Gianna, complaciendo todos sus caprichos; en consecuencia, su repentina
n un tono firme: "Mamá, Grace ahora es mi hija, así que no tole
respondió de manera tajante. Sus ojos brillaron intensamente mientras decía: "Suegra, no de
itaran con indignación. Presionando su frente con una mano, los despidió con un g
cierto: "¿No has notado que tu madre siempre parece tener dolor de cabeza cada v
o de su esposa; conociendo la naturaleza bondadosa de Julia, sabí
edad", respondió con una sonrisa cálida
cayó más temprano dejó charcos esparcidos a lo largo de la acera, pe
ugido de un moto
rojando agua fangosa; las gotas heladas casi empapan a Grace, pero se
la noche cuando el auto lujoso se detuvo bruscam
nte nervioso y con el sudor brillando en sus sienes. "¡Señorita, lo
pasó nada grave. Solo asegúrese de
das, su tono contenía una firmeza
uctor, ya que no esperaba tanta confianz
zumbido. Luego, una profunda voz masculina cortó el sil
contró con un hombre cuya apar
ía de sus rasgos angulares, aunque su nariz afilad
que se sentía como acero frío presi
ace se contrajeron levemente al darse cuenta
o pasé por aquí", explicó el conductor, cuyo ner
ligeramente, y en ese momento el frío brillo de su r
perspicaz: "Perdón por las molestias, señorita. Dí
a doctora Q, una sanadora renombrada
iba abajo, con su boca curvándose en una sonrisa burlona. "¿Cuál es la prisa? ¿Acaso tiene miedo de
. Si no logra curarlo para entonces...". Dejó que sus palabras flotaran
hó; su agarre en el talonario de cheques se tensó tanto que sus
algo sobre s
nas del hombre, como si algo acabara de hacer clic en su mente. "Ust
empo suficiente para concluir: "Sería prudente que ah
ión de alimentar el ego
e Rodger, tan gentil como siemp
ó, siendo reemplazada por una sonrisa brillante y genuina;
r se limitó a mirarla, todavía conmoci
ensible en Colton: su envenenamiento, su parálisis, las noches sin dormir, deta
az para hablarle de esa manera ya
cía en medio de la noche. Solo después de un prolongado silencio se dio la
con sus neumáticos zumb
leando distraídamente sobre la superficie del asiento impecable a su lado. "Q
odos sus males con tanta facilidad? ¿Acaso alguien había filtrado informac
os, haciendo que su expresión
quí a la doctora Q, emprendiendo de inmediato una búsqueda desesperada. Al fina
ó su asistente desde el asiento dela