VISTA D
mi habitación del hospital. Todo lo que recibí fue un ún
Me quedaré con ella esta noc
i herida. Nunca preg
artida: el museo histórico de la manada. El gran salón albergaba los pergaminos del linaje de la Luna de Plata, arte
uesto, es
lpeando juguetonamente el pecho de Bernardo. Él le tomó la mano y la besó, mirándola con una ado
rina, mi corazón latiendo a un ri
o decirle, su voz llena de una calidez genuina que retorció algo dentro de
vida con él, red
o tarde. Doblé la esquina de la vitrina y me
pared sobre nosotras -una que representaba una antigua b
za. Me aparté del camino justo cuando la placa se estrelló contra el suelo donde yo había estado p
ose el hombro, me vio a mí de pie a unos metros de distan
señaló con un dedo tembloroso y, por primera vez, usó
rrodillarme, clavándome en el suelo bajo un peso invisible y aplastante.
ras", me gruñó, sus ojos ardiendo con un odio que me quemó e
hospital. T
os. "Tiene sangre tipo Diosa Luna", dijo uno de ellos, un tipo d
o llenó la s
nte. "Yo la tengo", dijo, arremangán
lfa, no puede. Darle tanta de su sangr
jo Bernardo, su voz
de su rostro, cómo su poderosa forma comenzaba a temblar de debilidad. Lo obs
adores se apresuraban a estabilizarlo, murmuró una sola palabra, un
of
tía por él murió. No fue una muerte dol
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