ista de Ev
ión del lado de la familia Howard. El padre de Alejandro, un hombre con una condición cardíaca
amédicos por segunda vez en menos de treinta minutos, los invitados, oliendo el escándalo y el drama, comenzaron a
mientras mi madre se encargaba de la logística de cancelar la fiesta más cara que nunca tendría. Una enfermera l
blorosos, hice una cita. Una cita para la mañana siguiente. La más temprana que
alla. Su rostro se descompuso. -Oh, Evy. No. No hagas esto.
ra verdad. El dolor crudo y desgarrador había sido reemp
por siete años! -suplicó, sus ojos llenándose de lágrimas. Ella no entendía. No podía. Ella y mi padre tenían
adre -dije, mi voz amarga-. Alejandro tomó su decisión hoy. Frente a doscientas personas. Este be
ue no reconocí. Pero sabía quién era. Tenía la sen
tes
omo si hubiera sufrido un pequeño inconveniente-. ¿Todo bien por allá? Me enteré de lo de mi
ra relación de siete años fu
a. Una hora en la que había sido humillada públicamente, en la que su padre tuvo una emerge
me había dado cuenta de que me hab
ro? -pregunté, mi voz pe
mila tiene una condición cardíaca. Estaba desorient
en mi lengua-. ¿Tú, específicamente, tenías que llevarla
agotándose-. Fue una emergencia médica. Nmetas e
brutal, que se sintió físico. La estaba protegiendo
ije, mi voz quebrándose en su nombre-.
e el celular. Las lágrimas que había estado conte
citud de amistad en una red social que rara vez usaba. De Camila Barba. En
ando sobre la manga del traje de un hombre. El traje de Alejandro. Reconocí las mancuernillas personalizada
foto fue eliminada. S
ra mi mejor amiga! ¡Se me debe haber
ió en piedra. Era una
nas una hora, había una foto de ella luciendo pálida y frágil, acurrucada en un lujoso sofá con una taza de té. El pie de foto decía: *
jandro. El que compartíamos. El que esta
amigas: *¿Es el famoso té de jengibre
n tostado sin quemarlo. Yo era la que le hacía té de jengibre y limón cuando est
erra ya había terminado. Había perdi

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