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re de una severa ceguera facial. Así que me convertí en una marca, no en una es
tud de cientos de personas y abrazar a su amante, Ximena
rrestaron por error. Grit
te y le dijo a la pol
mexicana, alegando que no me
posa mientras se la llevaban a rastras? No era su enfermedad; era su cor
osas se cierran, un viejo capitán de bomberos da un paso al frente. "Yo estuve en el incendio forestal qu
e a mí, a la cicatriz en for
ítu
de S
No de los ojos, sino de la mente. Tiene prosopagnosia severa -ceguera facial-, el resu
corte de pelo, un bob corto y chic para reemplazar mis largas ondas. Pasó de largo
dicho, con una v
distante en su rostro, del tipo que le
conocemos? ¿Vie
zón se hubiera caído
Ricardo
so vestido hecho a medida que me había comprado, el que
. El pelo...
a comentar sobre
í en un fantasma en mi propia vida, definida
un mar monocromático de tristeza. El aroma de Chanel No. 5 se aferraba a mí como una segunda piel, un recordatorio constante y empal
a Marca Sofía Garza. Simple
ando los picos nevados y escarpados de la Sierra Madre para un retiro corporativo. E
ué el
mira. Es
ana, su expresió
ró a mí. Nunca me
hecha a medida, grabada con las coordenadas del lugar donde nos co
rrido ensordecedor de metal rasgó el aire. El piloto gritó
a girar, el impresionante paisaje se convi
zo de Ricardo, agar
su nombre, mi únic
r el miedo, pero no había reconocimie
delante, mi cabeza golpeando contra el asiento de enfrente. El mundo se volvió negro por un setando de abrir la
o de alcanzarlo. La sang
a de miedo primitivo. Me vio, pero no me
fuerzas. Mi cabeza herida se estrelló contra el marco de meta
a a la que necesitaba
vi finalmente forzar la puerta y sali
o en nuestro tercer aniversario de bodas, apartada por el h
nadas se sentían frías contra mi piel. Mi cabeza palpitaba con un dolor sordo y persistent
, luego en dos. Mi habitación estaba silenciosa, estéril. Sin flores,
de televisión montada en la pared. Estaba en una conferencia de prensa,
sentía, siendo el sobreviviente
ante y carismático de dientes bla
y segura-. Es un milagro. Todos estamos
bo ví
e que el accidente de helicóptero.
una víctima. No era una persona. Era solo
ión. Y redoblé mi uniforme. Mi azul se volvió más brillante, mi perfume más fuerte. Me conv
y él se estremecía, un destello de confusión en sus ojos ant
. Ahí
tuve destinada a ser un fantasma. Algunas personas nacen para ser protagonistas, el ce
en el Festival Internacional de Cine de Morelia. El aire estaba cargado del olor a sal, dinero y des
nte como lo había estado durante el último año, el aire a mi alrededor saturado de C
prosopagnosia. Cientos de personas se arremolinaban. Sin embargo, vi los ojos de Ricardo escane
una sonrisa genuina e impresionante. Se movió entre la multitud con un propósito que nunca
ascenso, una cantante que había const
en un fuerte abrazo. Enterró su rostro en su cabello, e incluso desde el otro lad
rado. Una mujer que no vestía de azul. Una mujer que probablemen
defecto en su cerebro. Era una elección. Una elección del corazón. Su corazón
el salón de baile a un balcón desierto con vistas a la ciudad iluminada.
policías se me acercaron. Hablaban en un español rápido
toria ladrona que aparentemente se pa
se apode
can de persona!
n. A través de las puertas de cristal, vi a Rica
i voz ronca de terro
a través del espacio abarrotado. Vio a los pol
hacia los oficiales. Su voz era fría, despectiva, y
a con
pronunció en el helicóptero, pero est
es me arrastraron, mis súplicas a
os y el peso aplastante de estar completamente sola. Finalmente contactaron a mi embajada. Mi identidad fue confirma
tiendo como si hubiera envejecido cien años. Me habían devuelto el t
cardo, un hombre que apenas conocía, salió. No pregun
ó una fun
ono acusador-. Dijo que usted conoce las reglas. Debe usar su unif
a otro vestido azul. Idént
arrestada, humillada y abandonada, y la única preocupación de mi espo
suite del hotel, estaba paseando de un
é llevabas puesto anoche? Te lo dije, azu
o hirviendo dentro de mí
e en la cárcel! ¡Grité por ti, y
na-. No llevabas azul. ¿Cómo se su
bre sabiendo a veneno-. Con un vestido dorado. En medio
lgo -¿culpa? ¿pánico?- cruzó su r
as palabras torpes y huecas-. La il
la no se parecía en nada a mí. No llevaba mi unifo
construido todo nuestro matrimonio sobre una base de ignorancia del
repente tranquila, inquietantem
estaba en la portada, un primer plano de su rostro sonriente. La huella del p
sional de ella. Pero no podía reconocer a la
na revista importante, una mujer que había estado trata
su co
ligera, casi alegre-. Creo que voy
ió al
do que trajo el asist
legó a mis ojos. Presioné el botón de llamad
irme, mis ojos fijos en el rostro despista
vista, de amoldarme a un molde que no me queda

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