de S
saliéramos de Michoacán. Me senté en una suite de hotel al final del pasillo de la
dije la verdad, mi voz tan plana e inco
línicas-. No puede reconocer rostros. Durante tres años, he intentado hacerme memorable para él. Visto
, convencido de que era una extraña. Sobre su brindis por "ningu
o vio a Ximena Montes en una multitud. Sobr
siendo arrastrada por la polic
al de la report
sigue ahora, señ
había instalado. Sabía que Ricar
arza. Y desde esta mañana, he solicitado el divorcio. Los
en años. Era la calma que llega después de una tormenta devastadora.
. Ricardo. Lo ignoré, dejándolo vibrar cont
e tomar. Una nuev
e, bloqueando nuestro camino. Ricardo abrió la puerta del coche de un
y peligrosa. Me agarró del brazo, sus dedo
sorprendentemente firme. Me
¡Me convertiste
e eso a ti mi
apretándose-. ¡Has arrastrado a Ximena a esto! ¡Un
lo fue. El dolor era una punzada familiar, pero ahor
inocente -di
lo has estado. ¡Celosa de que tengo un
go y sin humor-. ¿Te refieres a aque
bula trabajando. No pud
r a tu propia esposa parada justo frente a ti? -continué, mi voz elevándose-. ¿Aquell
que no t
! ¿No lo entiendes? Tu enfermedad no es el problema. Tu
rbellino de confusión y furia en sus ojos.
ije de nuevo, las palabras solidifica
una extraña expre
, no lo
s han sido
claró, como si eso
por mi rostro. Fue la sonris
ije suavemente-
sin com
mentos para la nueva fusión de medios. Procedimiento estándar. Hice que mi abogado redacta
estado tan molesto ese día, tan ansioso por llegar a una comida con inve
ñaste -susurró
-lo corregí-. Nunca miraste los pape
un pequeño documento doblado. U
o te quité la mitad, Ricardo. No quiero
ando sobre su eje, y no tenía idea de por qué. Para él, esto era una traición
cumentos legales había una foto enmarcada. No de mí. De Ximena. Una foto espontánea de ella riendo en un velero. Tenía docenas de fotos
vez coincidían con la persona en su mente. Pero podía reconocerla a ella en cada foto, e
tré una foto en la tableta de Ricardo. Una foto mía, de hace años, antes de casarnos. Cuando tenía el pelo corto. La había estado estudiando. No estab
que realmente quería. Una mujer que, por algún cruel g
, su voz espesa de rabia.
erlo -dije, alcanzando
ra mano, sonó. La pantalla se iluminó. Una fot
a en sus ojos se suavizó en pre
ué pasa? ¿
momento, con el
e ahí.
me miró, sus ojos frí
terminad
selló su destino en mi
el costado del taxi, mientras salía a toda prisa del coche. C
divorciarse. Acababa de ser humillado públicamente. Y su p
mero desconocido. "Escuché que te ibas. Buen viaje. Por cierto, Ricardo
scapando de mis labios. Ni siquier
, miré hacia adelante a través del parabr
acional de la Ciudad
acera, dejando atrás a Ricardo de la

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