img La vio, no a su esposa  /  Capítulo 3 | 27.27%
Instalar App
Historia

Capítulo 3

Palabras:1446    |    Actualizado en: Hoy, a las 22:06

de S

tarjetas de crédito fueron declinadas. Mis cuentas bancarias, congeladas. Me había cortado por

rganizaba toda su vida en torno a su discapacidad. Esa

dejado y que Ricardo nunca podría tocar. No eran sus miles de mi

re y construir una nueva vida, me permití un último acto de

de la moda que una vez frecuenté con la

e dije a la desconcertada asesora

conocible en todos los siti

sto, señor

ue se sentían vivos. Me despojé de la piel del fantasma azul y me encontré de nuevo, pieza por pi

ibrante vestido escarlata en el espej

n su rostro. Estaba flanqueada por dos guardias de seguridad,

do mi vestido-. ¿Probando un nuevo color?

n el espejo, mi expr

uieres,

se en el marco de la puerta-. Es patético, de verdad. Lo tenías todo. Un esposo gua

rque mi esposo no sabía

do y tintineante que

iste y pegajosa con la que se vio obligado a cas

a herir, pero no eran nada que

-Pasó una mano por la manga de su propio vestido, un beige pálido e insulso-. Me está comprando

unda lástima. Pensó que había ganado. No tenía idea de que solo era el

hacia e

dora que rondaba-. De hecho, me lo

a de Xime

des pag

ropia tarj

de la familia Garza -di

par. Conocía el nombre. Todos en la alta soci

sonrisa lenta y deliberada

ncia. Nunca lo necesité. ¿Pero tú? No eres nada sin él. Er

se contraj

terializado en medio de la conmoción-. Soy cliente privada de este esta

udiera responder, una voz

tá pasan

privadas, sus ojos encontrando inmedi

y enterrando su rostro en su pecho-. ¡Esta

rioso hacia el probador. Me miró directamente, a mi

z goteando desprecio-. No me importa quién se

nte tar

, señor, esta es u

ando su propia tarjeta negra-. Y estoy pagando para que saquen a

ez con una muec

s simplemente no

ridad de sus brazos, una son

icardo. Ere

da suave y tierna que

ea por ti

sa, estaba defendiendo a la mujer que le había robado la vida, contra la misma esposa que no p

sé junto a ellos sin una mirada y salí de la tienda. L

mo un hogar. La gran y extensa mansión con vistas al Pa

e que algo andaba mal. Había

í mi llave en la cerradura. No gir

ués de un largo momen

mis batas de seda. Mi favorita, la

preguntó, su voz go

íbulo, pude ver a los de la mud

a? -pregunté, mi voz pe

ió. Dijo que no podía soportar la idea de que me quedara en un hotel d

Se había llevado mi nombre. Y

las palabras cayendo p

jugando en sus labios-. Soy una ga

ajo el sol de la tarde. Mi anillo de bodas. La simple banda d

o, su voz cargada de triunf

s pies. Aterrizó con un suave tintineo me

pesada puerta de roble se cerró, sellánd

a cerrada, el anillo en el suelo. No sentí tristeza.

. Lo dejé allí, una reliquia de

vida dentro de ella, y me alejé.

e conocía de memoria. Mi amigo más anti

cuando conte

las noticias

inalmente tocando mis labios-. Vengo a la Ciudad

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY