vista d
ltad. Cada palabra era una mentira cuidadosamente construida, ganándome u
hombres que solían saludarme con respeto, aho
ndo los pies de la mujer q
razón. Dante estaba cerca, observándolo todo. Su silencio era su consentimiento. Era un mensaje claro: sin su favor, yo no valía
do, lejos de las miradas indiscretas de la fiesta.
e. Luego, se inclinó más cerca, su tono bajó a un susur
responder, todo el gr
l torturado. Miré hacia arriba. El enorme candelabro de cristal, una tonelpo se r
borrón de seda negra y violencia controlada. Corrió, sus ojos fijos en
o ha
cción. Se lanzó sobre Isabella, envolviendo su cuerpo con el
o como escudo para
elabro aplastó mi pierna, el sonido de mi propio hueso rompiéndose fue ahogado por
ente a Isabella en busca de cualquier rasguño, su rostro una máscara de puro terror por la
ue vi fue el rostro de mi hermano, una
rré, mi gar
rró la
ho, Alessia. D
endurecido como el acero. Lo miré a los ojos, dejando que viera la
ecesitó preguntar
por una ola de dolor-. El transporte al t
, bruscamente, con l
conf
una opción. Era una ne

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