Rivas
lía de sus labios. Esta isla era mi hogar ahora, en su belleza cruda e indómita. No la
¿O aquella donde era tu conveniente accesorio de relaciones públicas? -Mi voz era áspera, afilada por los dos años de silen
les compromisos sociales y, lo más humillante, limpiaba después de sus encuentros nocturnos con Iliana. Yo era la pareja perfecta y serena, siempre sonriendo, siempre
s ardiendo. No tenía derecho a pe
temente, parecía gen
frustración palpable, pero completamente egoísta-. La reputación de mi familia estaba por los suelos. La prensa nos acosaba. ¡Me llamaron monstruo, me acusaron de abandonarte en el mar!
olutamente carentes de comprensión, que casi me reí. ¿Res
grosamente baja-. Fui arrastrad
hacia el rugido familiar y reconfortante del océano. No me quería de vuelta porque le im
ciado mi educación, moldeado para ser la esposa perfecta de sociedad para su heredero, Leonardo. Nunca fue por amabilidad, no de verdad. Mi trágica historia, la "niña perdida salvada por los filantrópicos Vil
ión en mí. Una distracción conveniente, un reemplazo. Me tomaba de la mano, me ofrecía palabras amables y me decía que era hermosa. Yo, ingenua y desesperada por amor, le había creído. P
ome para enfrentarlo, mi voz firme-, es
se contr
tás siendo una malagradecida!

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