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erna, contrató a una empleada doméstica temporal, Brenda, mientras yo estaba fuera por un pro
ntra poco a poco. La gota que derramó el vaso fue encontrar a mi
ó monstruo y me dijo que me deshiciera de mi gat
fue tan profundo que e
a perra fría y calculadora y que Brenda er
ré a una gala de la industria y lo vi al otro lado del salón: un hombre destrozado. Me miró con un
ítu
solo me rompería el corazón; iba a desmantelar mi vida entera, pedazo por pedazo, de la forma más dolorosa. Pero en ese entonces, e
, estaba confinado en nuestra casa, diseñada hasta el último detalle. Nuestra empleada de planta, María, llevaba años con nosotros, era prácticamente de la fami
, Ale. Ya encontré a alguien. La prima de María, Brenda. Neces
se crítica, horas larguísimas, sin tiempo para dramas domésticos. "¿Temporal, verdad?", le pregunté,
runo, lanzándome un beso. "Solo
el primer vuelo de regreso a la Ciudad de México. Mi celular, que usualmente era un hervidero de c
omida que prepara es espectacular. No v
? Aun así, sentí un gran alivio. Al menos lo estaban cuidando bien. Me imaginé a alguien mayor, quizá un poco fodonga, amable y
n centinela peludo. Parpadeó lentamente, una bienvenida silenciosa. Lo extrañaba con locura. La casa se se
era pulida. No había nadie en la sala, pero escuché voces bajas provenientes de la cocina. L
haciendo un ligero eco
gido en un chongo impecable, facciones suaves y una mirada demasiado astuta para ser una ayuda temporal. Su uniforme, un simple delantal sobre ro
rena. Ni una sonrisa de bienvenida, ni el saludo efusivo que habría hecho
ligero temblor de inquietud en
sa". No sonaba parti
de mano y saqué una pequeña caja elegantemente envuelta. Era una mascada de diseñador que había comprado en Chicago, algo que solía
con una expresión indescifrable
Siempre traigo pequeños regalos para quien nos ayuda en la casa". Mis palabras p
o suave, casi imperceptible. "No, gra
a de gusto, un torbellino de agradecimientos. "No es un pag
ica las cosas". Su voz era suave, pero tenía un filo inflexible. Un límite, firm
udio. Salió cojeando, apoyándose pesadamente en una muleta, con la pierna en
olo. Pero Brenda fue más rápida. Se movió con una agilidad fluida, deslizándose bajo su brazo antes de que mi mano
"Brenda, mi vida, ¿qué pasa?". ¿La había l
da, su voz bajando a un susurro teatral, como si yo fuera
siempre escoges las mejores cosas! Brenda, querida, es Ale. Es muy detallista. Es algo
en sus labios. "Si insiste, señor Serrano", murmuró, sus ojos cruzándose con lo
dicada. Y sabes, también es una cocinera increíble. Te va a encantar su comida. ¡Esta noche h
de estar presente e invisible a la vez. "Qué bien", lo
cámara para refrescarme, Brenda gritó: "La cena
mpujé la puerta de mi recámara, sin molestarme en tocar en mi propia puerta. Tenía unos m
pacio privado. Era donde trabajaba, donde me relajaba. Estaba a medio des
n vuelco. Me giré de golpe, apr
, una sonrisa casi imperceptible jugando en sus labios. No estaba to
teniéndose un momento de más. "Solo vi
ía nunca... "Brenda", dije, mi voz peligrosamente baja. "¿No
fingiendo inocencia. "Ay, ¿el señor
tocar? Eso no había pasado en años, si es que alguna vez pasó.
temblando. "Ahora. Y
s de Brenda, con el ceño fruncido
n los de Brenda. "Solo un malent
ptar la tensión. "Brenda, ¿por qué no vas a asegurarte de que la
antes de darse la vuelta. "Claro, señor Serrano"
propia recámara se sentía contaminado. Cerré los ojos, tomando una respiración profunda

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