a Gar
repetía en un bucle sin fin en mi mente. Era como una aguja, clavándose en una herida abierta, retorciéndose cada
iado, solía conducir. Rápido. A los lugares más sórdidos y ruidosos que podía encontrar. El anon
e mi corazón. El recuerdo de los ojos de Adriana bajo el agua, el frío cálculo
cortando el silencio-. Prep
bral de la cocina, s
pálida. -Dio un paso hacia mí, la
z más fría ahora-. Y no te molestes en
ello de algo ilegible en sus o
elta y salió, sus pasos r
cerveza rancia y perfume barato. Caminé directamente a la barra, ignorando las miradas lascivas, y
e. Desentonaba con su traje elegante, pero su presencia era un escudo que m
lor helado en mi alma. Mi cabeza comenzó a dar vueltas, la música era un latido
se posó en la parte
trada susurró junto a mi oí
apartándome
mi voz espesa por
Su mano alcanzó mi brazo
tímida. Divirt
l pasado, una sola mirada suya habría hecho que un hombre como este saliera corriendo. Mi c
a estatua de piedra, su mirada fija
mbre se apretó,
a. -Su voz era más ás
ira finalmente rompiendo
orsionó en una mu
o. -Me jaló más fuerte, sus
ilis que había sentido antes
ito crudo y desesperado
cabada. Porque en ese preciso momento, un c
¡Damián!
. Adriana. Estaba rodeada por un grupo de hombres de aspecto rudo, su rostro blanco co
s, Damián
o que nunca había visto, se clavaron en Adriana. Fue un borrón, una fuerza de la naturaleza, abriénd
e había dejado.
rotector" me había abandonado sin pensarlo dos veces. La revelación fue un golpe devastado

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