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Historia
El imparable resurgimiento de la mujer despreciada

El imparable resurgimiento de la mujer despreciada

Autor: Gavin
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Capítulo 1

Palabras:1582    |    Actualizado en: Hoy, a las 10:57

ro, Héctor. Como la CEO del imperio de nuestra familia, financié cada uno de sus c

ente de un bar que yo misma contraté- ordenó que

vir de su dinero. Luego, ella y sus guardias me rompieron tre

icado todo, ignoró mis llamadas desesperadas. Estaba dem

puso de su lado. Me llamó una vieja amargada, u

helada revelación de que el hombre al que hab

l paso. Iba a reducir su mundo entero a cenizas, empezando por el secreto

ítu

o de cada segundo que perdí amándote. Terminamos". No fue una elección

una mesa de la esquina, invisible con mi ropa de gimnasio desgastada. La me

enta corporativa del señor Cárdenas... pare

ra todo. Una simple copa de Chardonnay no debería ser un problema. Intenté

lizando mi INE sobre la pulida madera oscura-. Soy Ales

rás de la barra, con una mueca de desprecio ya formándose en su rostro perfectamente maquillado. Conocía a Cristina de su trabajo anteri

míos. Se acercó, con movimientos deliberados, sus tacones resonand

do una falsa preocupación, lo suficientemente alta para

s. Prefería hacer mis negocios en salas de juntas, no en los bar

fesional-, parece que hay un malentendido. Soy Al

ajo las miradas curiosas de los pocos clientes. Mis mejillas ardieron. Esto

ctamente quién eres, querida -siseó, su voz apenas un susurro, pero cargada de veneno-. La limosnera a la que Héctor le av

mingo? Yo financiaba la existencia ent

tensa por una ira contenida-. Soy Alessandra

erodeando. Siempre vestida como si acabaras de salir de la cama, intentando fingir que perteneces a este lugar. Déjame aclararte algo: Héctor es el dueño de este l

tor sabía que yo usaba esa cuenta. ¿De verdad

voz peligrosamente baja-. O tal vez podrías verificar

rlona se ensanchaba. El teléfono sonó una, dos veces... y luego se fue directo al buzón de voz. Inten

mago. -¿Ves? Probablemente está ocupado con alguien importan

esidad desesperada de proteger su acceso a la riqueza de Héctor. Me veía c

aso a una claridad escalofriante-. Este hotel es mío. Soy dueña de la compañía qu

to público-. No te atrevas a hacerte la jefa conmigo. ¿Crees que no te conozco? ¿Crees que no sé que has intentad

pobre solterona patética que no puede conseguir un hombre, así que intentas rob

entir los ojos de los otros clientes sobre nosotras, los murmullos comenzaban a exten

er malicioso en sus ojos. Dio dos palma

n rápidamente hacia nuestra mesa. Braulio Vargas, el gerente general del hotel, no e

ta, señalándome-. Está invadiendo propiedad privada e intentando

Héctor. Sabían que ella tenía poder. Mi naturaleza reservada, mi preferencia por trabajar tr

se despegaron del suelo mientras me arrastraban, medio cargada, a través del opulento vestíbulo. Luché, un jadeo silencioso escapó de mis labios, pero su fuerza

aje oculto que sabía que conducía a las áreas traseras del hotel. Mi corazó

puerta, una pesada puerta de hierro con un letrero: "Cava - Sólo Personal". Me empujaron a través de

ndo incongruente para lo que estaba sucediendo. Antes de que pudiera procesar mi entorno, otro empujón me envió de bruces al frío suelo de concreto. Los guardias se h

onido retumbó, sellándome dentro. El hedor a moho y vino rancio llenó mis fosas nasales. Estaba sola, verdaderamente sola, co

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