ista de Ay
te una máscara de fría indiferencia, ahora estaba suavizado, casi vulnerable. Había una intensidad en su mirada, una adoración cruda y desnuda que
ra. La confirmación que había venido a buscar. La verdad innegable. La amaba. Verdadera y profundamente. El tipo de amor que trascendía la lógica, que desaf
danzaban sobre las teclas, una cascada de notas llenando la opulenta sala. El aplauso al final fue ensordecedor, una ola de
, sin quien nada de esto sería posible. -Hizo una pausa, una sonrisa coqueta jugando en sus labios, sus ojos desviándose hacia la secc
uda que había visto antes se había ido, reemplazada por un dolor profundo e inquietante. Parecía un hombre siendo torturado lenta y agónicamen
ravagante con un esmoquin b
adero mecenas de las artes y un querido amigo de la señorita Vázqu
ra sonrisa dulce
mi carrera. Un verdadero amigo. -Amigo. La palabra q
ofreció un saludo cortés. Simplemente se dio la vuelta y caminó rápidamente hacia
é y lo seguí, abriéndome paso entre la multitud. Lo alcancé en e
, mi voz un susu
ente. Sus ojos, oscuros y atormentados, se fijaro
? -Su voz era fría, pl
mudeé, tratando de expli
arrando mi muñeca con
cio, su paso furioso, su agarre dejando moretones. Tropecé detrás de él, mi corazón latiendo con fuerza, un
esional experimentado, echó un vistazo al rostro sombrío de Andrés y rápidamente salió, d
o fue tierno, no fue amoroso. Fue un acto brutal de posesión, un intento desesperado de borrar la imagen de Esperan
su ira, su frustración, su desesperación consumidora, todo vertiéndose en mí, una inundación tóxica. Mi co
geramente, sus ojos br
Ayla. -Su voz era un gruñ
dome a aceptarlo, a soportarlo. Este era el precio de mi escape. Este era el pago final. Envolví mis brazos alrededor de él, sostenién
de mi cabello, acarició mi mejilla, un toque tentativo, casi suave. Enterró su rostro en mi
eran

GOOGLE PLAY