ista de An
os de lujo, ropa de diseñador y vacaciones exóticas, todo financiado por Agustín. Y allí, prominentemente exhibida en su muñeca, estaba la pulsera de plata que Agustín me había regalado en nuestro quinto aniversario. Era una pie
las cosas con ella. Me había vuelto insensible a ello, o eso me decía a mí misma. Un eco hueco del dolor que una vez sentí. Se había convertido en un ritual: despertar, revisar s
de terciopelo, una cruel broma de reconciliación. Abrí mi propia red social, una cuenta inactiva que rara vez usaba, y subí ambas fotos. El
inmediato. Era Agustín. S
so, Anahí? ¿Estás tr
ecera, sintiendo una fam
arcado contraste con el huracán que sentía gestarse en mi interior-. ¿No estás feliz? Conseguiste todo lo que querías.
ló, aguda e
ego? ¡Estás jugando con fuego, Anahí! ¿Crees que puedes simple
bradizo formándose alrededor de las palabras-. ¿De exponer la verdad? ¿Es eso tan terrible?
sentida desquitándose. No creas ni por un segundo que tienes algún poder aquí, A
lic, dejándome con el eco
a compostura. Mi estómago se contrajo, un giro familiar y agonizante que me hizo doblarme. Me
entrevistas, patrocinios de marcas de lujo. Movió todos los hilos, aprovechando su vasta riqueza e influencia para catapultarla al estrell
nde Agustín había comprado mi collar. Fue una declaración descarada y pública, una bofetada en la cara. La ga
s calculador. Agustín esperaba que yo rabiara, que me quebrara, que suplicara. E
de la gala, su tono teñido de una
s, ¿Anahí? Es important
ocando, ponién
o me lo perdería por nada del mundo. Después de todo,
mandíbula apret
espejo, usando mi vestido de novia. El que yo había diseñado minuciosamente, el que mi madre me ayudó a coser. U
a ahora un latido sordo, un compañero constante. Pero no fue suficiente para quebrarme. Ya no. Pasé
le, estaba mi posesión más preciada, la escultura que había hecho para mi madre. Una pieza delicada y etérea tallada en mármol blan
ofundo y ardiente que se irradiaba por todo mi ser. Supe, con una certeza escalofriante, que el tiempo se estaba acabando. Este
esto. No solo esta escultura, sino mi obra maestra, la que realmente me definiría. La que sería mi grito final y desafiante contra la injusticia de todo. Necesitaba terminarla antes de que la oscuridad me reclamara por completo. Necesitaba dejar

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