/0/21652/coverbig.jpg?v=a03bfa0e33e327e2ee9700a2d7411288)
escudo, era mi deber, pero su única preocupación mient
n un yate con una bomba. Los secuestradores le dieron a
d
e primero! -gritó
enarme a mí, la esposa que acababa de co
a bomba! ¡Desá
n secreto a nuestro hijo mientras protegía sus intereses, ¿es
a vez, no lo salvaría. Dejaría que el mundo creyera que
ítu
sta de Alej
y pesada se tragó la gala de beneficencia, densa y sofocante. Mi cuerpo se sentía como una muñeca de trapo rota, la sangre caliente empap
ó; me cargó, pasando mi brazo por encima de su ancho hombro. Sus movimientos eran demasiado bruscos, demasiado rápidos. Era menos un rescate y más una extracción, como
ahora! -ladró, su voz
os de la alta sociedad. Justo antes de que Cristian oscureciera por completo mi vista, mi mirada se enganchó en una figura familiar que era escoltada por otro
venas. Me impidió desmayarme por completo. El agarre de Cristian se apretó, su enfoque totalment
qué mi teléfono del bolso de mano. Mis dedos, sorprendentemente firmes a pesar de los temblores que sacudían mi cuerpo, volaron por
. Ya. -Mi voz era un susurro ásper
y tranquila, una voz que siempre habí
no. Mantente
eptible, me recorrió. Alivio, pu
almente tan agudos y calculadores, me recorrieron con una evaluación distante. No notó el teléfono que acababa de vo
, con una nota de alarma en su
r la mirada de Cristian sobre mí ahora, un destello de algo ilegible
iene un suministro a mano -intervino otra médi
de un pulmón perforado. Cristian mantenía un suministro. Para mí. El pensamiento, una chispa de esp
iblemente a un lugar seguro. Los ojos de Cristian, noté, no estaban en mí. Estaban escaneando el
suave, un marcado contraste con
elle. Su tip
Nunca fue para mí. Mi cuerpo se puso rígido, un rigor mortis emocional de cuerpo entero. Forcé el cuello, un dolor insoportable atravesando mi hombro, para vislumbra
ser más fuerte. Más resistente. Giselle, ella es delicada. ¿Entiendes?". Y siempre lo había ent
frío se deslizó por mis venas, un eco escalofriante de la frialdad que acababa
rara, una concesión. Incluso me tomó de la mano, aunque su tacto era distant
pero firme-. Reposo absoluto en cama durante al menos una semana
nó más cerca, su aliento un
. Tu presencia, en el penthouse, en la cena de esta n
fija en el techo, se desvi
z era un graznido ron
uebrantables, se enco
dial. Más importante que
amarga se
por ti. Y por ella. -Las palabras eran ácido en mi lengua-.
e in
tu papel,
elado, se hizo añicos en un
as, susurradas, contenían el pes
a, un músculo salt
oz era baja, cargada de una advertencia peligrosa-.
l mismo Cristian. Igual de despiadado, igual de f
ó con un pequeño vaso
el dolor, señorita Montes.
ojos todavía fijos
siblemente cansada. Tomé una respiració
, temblando ligeramente, y ajusté la solapa de su esmoquin impecablemen
o suficientemente afilada como para cortar-, realmente
caí. No caería. No frente a él. Le di la espalda a Cristian, mi vestido de seda pegado incómodamente a mi herida, y salí de la habitación, dejándolo allí de pie en medio del blanco esté

GOOGLE PLAY