img La esposa que dejó ahogarse  /  Capítulo 4 | 44.44%
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Historia

Capítulo 4

Palabras:1342    |    Actualizado en: Hoy, a las 10:11

sta de Alej

Estaba empacando, doblando meticulosamente la ropa en una maleta, mi hombro palpitando en protesta contra ca

dulce, pero sus ojos tenían un brillo venenoso-. Pensé que

ente seguí doblando. Mi enfoque estaba en i

o no veo que lo lleves puesto. -Su mirada se desvió hacia mi dedo anular desnudo-. ¿Por qué no? No m

e seda. Lentamente me volví para mirarla,

ímbolo de un futuro que nunca fue. Una mentira. Y además -incliné

ulpido se congeló. El venen

demasiado, demasiado pronto. Que te harías una idea equivocada. -Se rio, un sonido frágil y triunfante-. Solo le i

a atención fugaz de Cristian. Todo era tan agotador. Tomé otra prenda de vestir, volviendo a mi empaque. No me importaba

us profundidades. No lo vi. Estaba demasiado envuelta en mi propia y si

se levantó de golpe. Antes de que pudiera procesar lo que estaba sucediendo, una sensación aguda y punzante floreció en mi cuello. Mi visión se nubló, la habitación se incl

e insistente detrás de los ojos. Mis extremidades se sentían pesadas, lentas. Intenté moverme, pero mis muñecas y t

elle. Por supuesto. Ya estaba despierta, su voz una mezcla de indignación y

avía borrosos, la encontraron. Estaba atada a una silla a unos metros de distancia, su vestido caro rasgado

a intentado deshacerse de mí y, en cambio, había derribado todo el castillo de naipes. Su

cabina. Nuestro secuestrador. Era un hombre corpulento, con una sonrisa

os cuánto valora a su preciosa Giselle

a por la preocupación, cr

es?! ¡¿Qu

strador-. Tenemos un par de... amigas suyas aquí. Dos, de hech

sea! -La voz de Cristian era

se ensanchó-. ¿Qué tal un pequeño juego, entonce

sollozos entrecortados de Giselle. Me miró, luego

ía me duele! ¡Tienes que salvarme! -gimió, su voz

os, siempre vigilantes, notaron un débil brillo de movimiento cerca de la po

e sumió en el caos. Disparos. El ruido sordo de cuerpos cayendo al suelo. Gritos ahogados. El aire se llenó del sabor metálico de la sangre. Mi cora

o como habían comenzado. El barco se sacudió y

ía y hueca, cortó el silenc

n pitido frenético comenzó, un pulso bajo e insistente que llenó la oscuridad-. ¡Una bomba, Cristian! ¡Y está programada para estallar! ¿Crees que te dejaré te

ridad, iluminando la aterradora escena. El secuestrador había desaparec

rco de rescate-. ¡Solo podemos llevar

cortó la respiración. Este era

ensa y llena de una angustia cr

mero! -Su voz se quebró, pero la

sta los huesos. Mis ojos ardían, pero no salían lágrimas. Solo un

argada de una urgencia desesperada, cortó

mente desprovisto de expresión. Mis manos, todavía atadas, colgaban i

cruda pantalla digital

bes cuál fue la parte más difícil? No las balas. No la traición. Fue darme c

Su voz era una súplica frenética y deses

alvo! -gritó uno de sus hombr

00:

Un rugido ensordece

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