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e tecnológico Julián Valdés. Pero en la noche de mi mayor triunfo, él me tendió una tramp
ecido, alimentado por sus mentiras, me atacó, dejándome una cicatriz que me cruzaba el
ró. Amenazó a la bondadosa anciana que me había dado trabajo e incluso la tumba de mi abu
ambición. Karla, usando una pulsera que Julián me había regalado,
-. Tu voz se habrá ido, pero tus
dejaran por muerta. Mientras me desvanecía en la oscuridad, escuché su ú
a, de la que estaba distanciada, una f
unto de fing
ítu
ista de An
e Julián me estaba asfixiando, incluso antes de que el mundo entero lo s
era una maldición. Plagiadora. Saboteadora. Las palabras resonaban en c
. Él alimentó los rumores, avivó el fuego. Filtró mis demos privados, mis borradores de letras más íntimos de mis diarios personales.
e la noche a la mañana. El públic
endida por las mentiras de Julián, encontró su objetivo en mi cara, dejando una cicatriz irregular desde mi sien hasta mi
a, mi primer fan. La conmoción, el dolor, fue demasiado
me convertí en Ana Miller. Una barista en un pueblo tranquilo y lluvio
a seman
ador. El rostro de Julián Valdés llenaba la pantalla. Estaba ma
a mirada afligida que probablemente había practicado frente a un espejo, habl
máquina de café siseó, de
s eran un hierro candente, quemando
los leones. Él diseñó mi caída. Desmanteló mi vi
para mí. Quería parecer el mártir desconsolado, el hombre que nunca dejó de amar a su
rdatorio constante del precio que pagué por su narrativa cuidadosamente co
terno de Julián Valdés: ¿Regresará Ana Fuentes?". La gente en la cafetería susurraba,
idea. Nunca
ntrolar la narrativa, para limpiar su imagen. Estaba esperando u
. Sabía que esto no era solo una entrevista nostálgica. No era solo

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