Instalar App
Historia
La Traición de Él, el Corazón Destrozado de Ella

La Traición de Él, el Corazón Destrozado de Ella

Autor: Gavin
img img img

Capítulo 1

Palabras:2248    |    Actualizado en: 18/12/2025

a de ballet se acabó, pero mi madre, en su lecho de muerte, había conseguido

zón. Él y su amante lo usaron co

a mu

pared. La caída no solo hizo añicos mi mundo; provocó

me arrebató a mi

, miré al hombre por el que una vez

tir de esto por e

é de él y

ncontró. Era un hombre destr

jos y le di mi

o no hay segund

ítu

vista d

a dárselo a alguien más, dejando que Sofía se marchitara. El aire se me atoró en la garganta, un sonido áspero y desesperado que apenas reconocí com

o y súplicas. Mis manos, temblando sin control, se aferraron a la solapa de su saco

que no le conocía. Se apartó de mí, su movimiento sutil pero firme, cortando la última conexión

ción genuina. Era el mismo tono que usaba para descartar una mala inversión.

cia atrás como si me

Ese corazón era para Sofía! ¡El último regalo de mi mamá! ¡Ella lo arre

ón larga e impaciente

sillo desierto del hospital, como si temiera que alguien presenciara mi colapso.

s últimos días asegurándose de que Sofía viviera. Había encontrado un donante, asegurado la compatibilidad, orquestado todo, inc

esonando en las paredes silenciosas. -¡Era el último dese

tástrofe. Tenía que llegar con el director del hospital, con los doctores, con cualquiera que me escuchara. Esto

vas? -exigió, su v

rme. -¡Voy a hacer que lo devuelvan! ¡Sofía

ás fuerte, sus ojos

rado para su receptor en este mismo momento. Cualquier

des. Lo miré fijamente, realmente lo miré, como si lo viera por primera vez. El hombre que había amado, el hombre con el que me

No te importa que Sofía se esté muriendo. No te importa que el último

cruzó su rostro, pero fue reemplazado ráp

Pero esta... esta obsesión con tu hermana no es

rro candente. Me recordó a incontables otras veces en que había menospreciado mis sentimientos, torciendo mi realidad

na pequeña está en esa habitación, apagándose, ¿y llamas

una voz familiar y empalagosam

es cómo me estreso cuando las

. Por s

o de diseñador impecable. Se movía con una gracia natural que se burlaba de mi propio cuerpo roto. Deslizó s

s. -Te ves... mal. Deberías ir a casa a desca

lla y Maximiliano. -¿De qué exactamente te estás encargando, Bárbara

ó dolorosamente, pero Bárbara simplemente sol

a simple y desafortunada confusión. Estas cos

punzante en el costado. Lo ignoré. -¿Llamas confusión a manipular a mi esposo par

Maximilian

e de la raya! -Dio un paso ha

amaba estaba a punto de golpearme, para protegerla a ella. La revelación me golpeó como

oz temblorosa. -¡Adelante! ¡Hazlo! ¡Porque nada de lo

. Bárbara, siempre la actriz, se apoyó en su h

astornada. No dejes que te p

era todo lo q

ahora. -Estoy harta. Estoy harta de ti, Maximiliano.

as. Los ojos de Maximiliano se abrieron de par en par, un destell

r en su voz. -No seas absurda. Solo estás mole

. -Esto no es algo que "se me pasará durmiendo". Se acabó. La elegiste a ella. Eleg

uego soltó una risa

hecho por ti? -Hizo un gesto vago hacia mi prótesis. -¿Quién crees que pagó

a herir, solo avivaron el

r! ¡Y yo te salvé la vida! ¡Perdí mi pierna por salvarte

n mi costado se intensificó, un dolor visceral que se ext

to, dio un paso al frente, su

lmarte. -Sus ojos, sin embargo, tenían un brillo triunfante. -¿No lo entiendes? El corazón ya está

ndose en mis entrañas. ¿Otra muerte? Ella veía la posible muerte de Sofí

álido por mi declaración de divorcio

se está usando. Tienes que irte. -Dio un paso

auseabundo. Retrocedí, mi prótesis se enganchó en el borde de

oración desesperada. -Sofía

errada a su brazo, una mirada de suficiencia en su rostro. La image

imiliano hacia los elevadores. -Los doctores neces

, una sonrisa burlona jugando en sus labios. Sus ojos

as, ignorando el dolor punzante, ignorando la forma en que mi prótesis prote

Mis súplicas desesperadas se disolvieron en sollozos rotos. Observé, impotente, cómo las puertas del elevador se cerraban, llevándose

n en puños, golpeand

ó, un grito primario de rabia y dolor.

un peso muerto. Jugueteé con las correas, tratando de asegurarla, las lágrimas corrían por mi rostro

levador que Maximiliano acababa de tomar. Era Bárbara, sola esta vez. Caminó hacia mí, sus ta

argada de veneno. -Pensé que tendrías el buen

s ardiendo con un odio tan intens

n, Bárbara. Te lo ruego. ¿Qué quieres? ¿Dinero? ¿Poder? ¡

nido áspero y

aliento cálido en mi oído, su voz bajando a un susurro. -¿Sabes qué es lo gracioso? El corazón no era p

a tan potente que amenazó con consumirme. ¿Un negocio? ¿La vida d

n un golpe seco y repugnante. La fuerza de mi golpe la envió al

teatral, agar

! ¡Me p

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY