vista d
pájaro de madera apretado en mi mano, sintiéndome como un fantasma acechando mi propio duelo. Un movimiento captó mi atención, un destello de
mili
color, parecía obsceno contra el sombrío telón de fondo. Mi respiración se entrecortó. ¿Cómo se atreví
fugaz mirada de sorpresa, rápidamente reemplazada por un apret
se tensó al instante. Un rubor oscuro se extendió por su rostro, y caminó hacia mí, dejan
canzó. Me agarró del brazo, sus dedos clavándose en mi piel, apartándome
re no era nada comparado con la herida fresca que infligía con sus palabr
n una furia irracional. -¡Causaste demasiados problemas, demasiado
nos, soltó un sollo
táculo. Es tan irrespetuoso para la pobre Sofía. -Me lanzó una mirada compasiva, p
de esta tragedia, ¿y se atrevían a acusarme? Me zafé del agarre de Maximiliano,
uria reprimida. -¡Ustedes la asesinaron! ¡Ambos!
se entrecerraron hasta
estás viviendo, Elena? ¿Y qué haces aquí de todos modos? ¿Tra
o, cerniéndo
te por hacer sus últimos días tan difíciles. -Me agarró por los hombros, su agar
rra blanda. La humillación, caliente y abrasadora, me invadió, pero fue rápidamente eclipsada por una escalofriante revelación. No era solo un mon
a de un acero recién descubierto. -Ni contigo. Ni con el
ercándome hasta que mi cara estuv
? -Su voz era un gruñido bajo, lleno de amenaza. -No tienes
mundo en un lienzo acuoso de gris. El frío se filtró en mis huesos, mezclándose con el dolor en mi cabeza y abdomen, el dolor sordo y cons
ndo. *Perdóname. Perdóname por a
borileo de la lluvia. Tiró de su manga, su cabello perfecto ahora pegado a
diendo. Las correas se estaban aflojando, la conexión se debilitaba. Un dolor agudo y
burbujeando. *Amé a este hombre. Le di todo. Mi c
e yo creía que era. Era un vacío. Una cáscara vacía y cruel. Mi amor por él había sido una mentira, una mentira hermosa
jé, usando cada onza de fuerza que me quedaba. Él
etamente desquiciada. -¿Crees que puedes verla morir y luego venir aquí y fin
ocedió al instante, apartándome con una fuerza sorprendente. Perdí el equilibrio, mi prótes
en el lodo a mi lado. Era el pequeño pájaro de madera intrincadamente tal
r abrasador, ignorando cómo mi cabeza daba vueltas. Tenía que
antes de que pudiera alcanzarlo. Se enderezó, sus ojos cayendo sobre la pequeña talla salpicada de l

GOOGLE PLAY