Instalar App
Historia

Capítulo 4

Palabras:1152    |    Actualizado en: 18/12/2025

vista d

pájaro de madera apretado en mi mano, sintiéndome como un fantasma acechando mi propio duelo. Un movimiento captó mi atención, un destello de

mili

color, parecía obsceno contra el sombrío telón de fondo. Mi respiración se entrecortó. ¿Cómo se atreví

fugaz mirada de sorpresa, rápidamente reemplazada por un apret

se tensó al instante. Un rubor oscuro se extendió por su rostro, y caminó hacia mí, dejan

canzó. Me agarró del brazo, sus dedos clavándose en mi piel, apartándome

re no era nada comparado con la herida fresca que infligía con sus palabr

n una furia irracional. -¡Causaste demasiados problemas, demasiado

nos, soltó un sollo

táculo. Es tan irrespetuoso para la pobre Sofía. -Me lanzó una mirada compasiva, p

de esta tragedia, ¿y se atrevían a acusarme? Me zafé del agarre de Maximiliano,

uria reprimida. -¡Ustedes la asesinaron! ¡Ambos!

se entrecerraron hasta

estás viviendo, Elena? ¿Y qué haces aquí de todos modos? ¿Tra

o, cerniéndo

te por hacer sus últimos días tan difíciles. -Me agarró por los hombros, su agar

rra blanda. La humillación, caliente y abrasadora, me invadió, pero fue rápidamente eclipsada por una escalofriante revelación. No era solo un mon

a de un acero recién descubierto. -Ni contigo. Ni con el

ercándome hasta que mi cara estuv

? -Su voz era un gruñido bajo, lleno de amenaza. -No tienes

mundo en un lienzo acuoso de gris. El frío se filtró en mis huesos, mezclándose con el dolor en mi cabeza y abdomen, el dolor sordo y cons

ndo. *Perdóname. Perdóname por a

borileo de la lluvia. Tiró de su manga, su cabello perfecto ahora pegado a

diendo. Las correas se estaban aflojando, la conexión se debilitaba. Un dolor agudo y

burbujeando. *Amé a este hombre. Le di todo. Mi c

e yo creía que era. Era un vacío. Una cáscara vacía y cruel. Mi amor por él había sido una mentira, una mentira hermosa

jé, usando cada onza de fuerza que me quedaba. Él

etamente desquiciada. -¿Crees que puedes verla morir y luego venir aquí y fin

ocedió al instante, apartándome con una fuerza sorprendente. Perdí el equilibrio, mi prótes

en el lodo a mi lado. Era el pequeño pájaro de madera intrincadamente tal

r abrasador, ignorando cómo mi cabeza daba vueltas. Tenía que

antes de que pudiera alcanzarlo. Se enderezó, sus ojos cayendo sobre la pequeña talla salpicada de l

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY