vista d
te, con la mano apretada contra la mejilla, pero s
su voz resonando en el pasillo desierto. -¿Solo porque tu vida se
cudió todo mi cuerpo. -¡Tú eres todo menos inocente
o por la furia, sus ojos en llamas. Me empujó con fuerza, haciéndome tropezar hacia atrás, mi cabeza golpeando contra la pared fría y dur
adió. Rojo. Había rojo en mi mano cuando la aparté. San
voz cargada de asco. -¿Golpear a Bárbara? ¿Has perdido
aba, un tamborileo incesante de dolor. -¡Se estaba regodeando! ¡Me
gró sentarse, su mirada saltando entre Maxi
mblorosa. -Solo está tratando de ponerte
, sus ojos entrecer
por mis socios comerciales? ¿O simplemente est
en carne viva. -¡Necesita ese corazón! ¡Mi madre, nuestra madre, lo arregló! ¡Era una
nos en señal d
e Bárbara estaba en estado crítico, una emergencia de úl
ió en la cabeza. -¡Acaba de admitir que no era para
tó otro peq
scuches. Está desquiciad
u mirada fija en mí
mprensiva. Ahora solo eres una arpía amargada y vengativa. No
e ella, de sus preocupaciones, como si supiera algo sobre su amor, sobre sus sacrificios. Avancé a trompicones, pasa
ante, se puso de pie de un
e con qué lidiar. -Puso sus manos en mi pecho, empujándome hacia atrás. -Piensa en S
o de la sangre en mi boca. -¡No tienes derecho a usar a Sofía para manipularme! ¡Ese corazón era su última oportunidad! Mi mad
Caí de rodillas, sin aliento, mi costado ardiendo con un dolor intenso y agonizante. Me a
destello de preocupación cruzó su rostro. Per
tro. Levántate. Estás
nas audibles. -Y tú, monstruo, te arrepentirás de esto. T
-¿De ser leal a mis socios comerciales? ¿De salvar una vida que no
n. -¿Quieres drama? Bien. Espero que disfrutes tu nueva vida, Maximiliano. Porque tú y yo hemos t
o se pus
s hablar
e en mi corazón. -Más en serio que nunca. Le quitaste la vida a mi herman
calambre agudo y punzante que me dobló en dos. Grité, un sonido crudo, animal, agarránd
por mi declaración, retrocedió ligeramente
igió, dando un paso te
, un calor aterrador extendiéndose entre mis piernas. La sangre. Había
paciencia apenas disimulada. -Siempre es tan dramática. So
stilla del viejo Maximiliano, el que ocasionalmente mostraba preocupa
á -advirtió, su voz fría. -Esta es tu última oportunidad. Vete a casa. Ahora. O no e
staba fingiendo este dolor insoportable, este calor húmedo y aterrador qu
és de mi dolor. -El único error que cometí fue amarte. Y
triunfante de Bárbara, el zumbido distante de la maquinaria del hospital. Un pavor frío se apoderó d

GOOGLE PLAY