img El cruel engaño del prometido  /  Capítulo 1 | 10.00%
Instalar App
Historia
El cruel engaño del prometido

El cruel engaño del prometido

Autor: Gavin
img img img

Capítulo 1

Palabras:2145    |    Actualizado en: 18/12/2025

cuarto oscuro y húmedo, él fue mi héroe, protegiéndome de nue

undo. Pero el cuento de hadas era una mentira. El secuestro fue una farsa que

amor, Juliana. Me humillaron con un video degradante, me encerraron en una clínica

que me habían quebrado, que desaparecería en silencio con mi vergüenza de

on a matar. Luego, reduje mi antigua vida a cenizas y compré un boleto de ida a Madrid. Cre

ítu

Monte

Kiara Montes, una chica que usaba su reputación como escudo. Ahora, mirando los rostros borrosos de mis captores,

tenté concentrarme, identificar algo, cualquier cosa, en la oscuridad

hacia adelante por manos invisibles. Mis pies descalzos rozaron

gua estancada y algo metálico. Un pavor helado

suelo con fuerza. La cabeza me retumbó. Me arrancaron

iluminado. El agua goteaba del techo, formando charcos turbios en el pis

uestamente recto, luciendo tan desaliñado y aterrorizado co

miedo que reflejaba el mío. Estábamos atrapado

tañas, se nos acercó. Sostenía un tubo oxidado

, preparándome para el imp

ordo y repugnante. Gritó, un sonido gutural de pura

n sonido áspero y chirriante

familia, Morale

álido, el sudor perlando su frente. Apretó l

el agua y las respiraciones entrecortadas de Carlos. Mi terror inicial se mezcló

vían, ocasionalmente, para golpear a Carlos, para recordarle la deuda de su fam

ante, inmovilizándome en el suelo.

eridas, se lanzó hacia adelan

on la voz ronca-. ¡Ella no

scarado se rio

tector. Muy

de nuevo, más

us ojos, incluso a través del dolor, encontraron los míos. Con

humanidad en la brutal oscuridad. Era

los brazos y las piernas inmovilizados. Carlos obser

Mi ropa de diseñador, lo que quedaba de ella, estaba hecha jirones. Mi

or... otras cosas. Cosas que me revolvían el es

humillantes. Intenté luchar, pero su agarre er

do crudo y animal, luch

revan! ¡No

de su rabia, de su impotencia.

e dejaron allí, sollozando, con la dignidad destrozada. Carlos

a sentirme peor.

rando mi cuerpo inerte de regreso a donde Carlos es

spíritu roto. Un pinchazo agudo en mi br

los, grabado con preocupación, nadaba ante mi

o otra. Sentí una presencia, pesada e in

contra la violación. Pero mi cu

omo vidrios rotos. El sabor metálico del miedo, la presió

su rostro una máscara de asco. No me miraba. El silencio en la h

vadió. Mi cuerpo se sentía... mal

osas que quemaban mis mejillas. Carlos, con

a...

incapaz de enc

o quería sus palabras.

principio de nada, luego de todo. Él me contó sobre su familia, sobre las presiones, las expectativas. Yo

o roto, ahora vendado toscamente, era sorprendentemente fuerte cuando me ro

, tratando de hacerme reír. Y a veces, lo hacía. Una

confianza tácita que se formó en los rincones más oscuros de e

entrar un cegador rayo de sol. Entraron hombres

. Ropa limpia.

doblaron, débiles por el desuso. Carlos m

o de ellos-. Tu fam

protegidos de la luz del sol. El alivio fue abrumador, c

d trajo un nuev

a un torbellino de flashes de cámaras. Reporteros, gritando preguntas,

, ¿el señor Mora

, ¿cuáles eran

, ¿est

umada. Sentí la mano de Carlos en mi espa

bró vida. La sangre se me heló. Era el video. El vi

do de susurros, murmullos y burlas abier

gritó alguie

ntes, por fin revelada

me. Me acercó más, su cuerpo una bar

aba vueltas. Podía oír la voz decepcionada de mi pad

n más fuertes, cada pal

or

sca

o mer

ada par de ojos se sentía como una condena. Ca

astrándome con él. Se enfrentó a las cámaras

-, es una víctima. Fue sometida a horrores indescriptibles, y no m

defendiendo. No solo en privado, sin

corriendo a los reporteros-. No logré protegerla adecuadamente durante

sus palabras. Estaba asumiendo la culp

ás audaz que el

or Morales? ¿Qué si

ntensidad cruda que no había visto antes

illó. Justo ahí

ión. Mi mente se tambal

on una sinceridad inesperada-, ¿me harí

Mi corazón, tan recientemente destrozado, sintió un extraño y vertiginoso ale

ba ofreciendo todo, y a mí no me que

rteros, su rostro una mezcla de sorpresa y triunfo calculador.

irada era inquebrantable, casi desesperada. Nec

una súplica desesperada por escapar, por protección, por

apenas un susurro, perdida

mante que se sentía imposiblemente pesado. Se puso de pie, atrayéndome a un f

un nudo frío de pavor se instaló en mi estómago. Esto no era una

léfono, su voz demasiado

rupo de la Vega... una fusión de fa

ntura. Sus labios estaban en mi oído,

mía, Kiara.

amenaza. Mi estómago se revolvió. Ac

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY