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en la Ciudad de México. Tenía una vida perfecta con m
frase de un docto
no es
habían intercambiado a nuestras bebés al nacer. Mi verdadera hij
de Camila, me humillaron públicamente, poniendo en mi contra a la
como nada más que un obstáculo que
e de Ricardo, orquesté mi escape a Madrid. Ahora, encontraré
ítu
ista de So
no es
tres años, mi dulce Camila, estaba gravemente enferma. Su cuerpecito, usualmente tan vibrante, yacía inmóvil en la cama, conectado a un enredo de tubos. Ricardo, mi esposo, la había
a, teñida de un miedo que no tenía nada que ver con la fiebre de Cam
suspiró, ajustá
sangre es AB Negativo. El suyo es O Positivo y el del señor Montes es B Positivo. -Hizo una pausa, deja
. Mi mente voló al nacimiento de Camila. Una cesárea de emergencia, un borrón de dolor y medicamentos, luego el breve y agotado momento en que la sostuvieron antes de llevársela a
é hay de mi verdadera hija? ¿La que me dijeron que había muerto solo horas después de nacer? Se me hizo un nudo en la garganta. Una nueva ola de dolor,
había orquestado este elaborado y cruel engaño. Mi esposo, el hombre que amaba, el playboy reformado que me había conquistado, el que me h
todo: riqueza, estatus, una vida aparentemente perfecta. Y se lo había dado todo, mi corazón incluido, a Ricardo Montes. Me había perseguido sin descanso, un torbe
la a pesar del terremoto que estallaba dentro de mí-. Neces
cón asintió
. Ya hemos tomado muestras.
ancos. Mi hija. Mi verdadera hija. ¿Dónde estaba? ¿Estaba viv
dedos temblando liger
bitual-. Necesito que lleven a Camila a casa. Ahora. Regr
rededor. Mi mundo se había hecho añicos. La cabeza me latía con una mezcla
o iba a "relajarse" después de un largo día de "reuniones importantes". Se me retorció el e
consumida por Ricardo, por Camila, por el peso insoportable de esta traición. Entonces, un destello de mo
-le pregunté al co
Mirreyes de Polanco, prob
staba lanzando puñetazos, su rostro una máscara de rabia que rara vez había visto. Y a su lado, una mujer. Pelo corto y rubio, su mano en su brazo, tratan
"salvavidas" que se había metido en mi familia, en mi vida, bajo el disfraz de ami
rrando urgentemente. Él pareció calmarse, mirándola con una intensidad que me revolvió
né hacia
jaron, dirigiéndose hacia una calle lateral poco iluminada, todavía hablando, la mano
lleando en mi pecho. Se detuvieron en un callejón apartad
de Karla, usualmente tan dulce, ahora estaba teñida de un filo que
do se
n Camila, el tipo de sangre... será fácil incriminarla. Dirán que se q
Inestable. Las palabras me golpearon como golpes
a, casi posesiva-. ¿Cuándo podremos ser una famili
abello-. Nuestra pequeña Camila estará a salvo con nosotros.
mente. Mi niña, la que había criado, atesorado, era la encarnación viviente de su traición. Y
"tardes de juegos". La forma en que Camila a veces se aferraba a Karla más que a mí. Lo había descartado como el
o. El hombre que había jurado protegerme. Me veía co
de Ricardo. "Día duro, mi amor. Acabo de lleg
o absoluto. Era un monstruo, envuelto en un traje de diseñador y una sonrisa encantadora. No había cambiad
salvaje de furia y resolución. Esto ya no se trataba solo de mi corazón roto. Se trataba de sup
iendo las lágrimas. No. No lloraría. To
yo seguía aquí. Y ya no era solo la esposa confiada. Er

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