vista d
esprovista de toda calidez-. Sé que no eres del tipo que se pone ce
sa que yo había diseñado con esmero, llena de recuerdos nuestros, de un
opa está arruinada por la lluvia -exp
mala suerte y es una falta de respeto a la santidad del matrimonio". Alejandro había mantenido esas reglas religiosamente, incluso cuando mi propia hermana nos vis
ero con Cristal, esos límites se disolvían en el aire. Era un hombre diferente a su al
arecido a su lado, me miró con fingida i
as miedo, ¿Sofía? -Sus ojos cont
o llamar a uno para ella, hay muchos resorts de cinco estrellas cerca. -Mi voz era tranquila, casi distante. In
erior de Cri
nicos que quedan son esos... moteles mugrosos en las afueras de la ciudad. No me impo
amente tomó su bra
. -Se volvió hacia mí, sus ojos ahora fríos-. ¿De qué tienes tanto miedo, Sofía? No h
. Una leve marca roja y borrosa. Lápiz labial. El tono de Cristal. Se me hizo un nudo en la
y verdadero amor? ¿Le dijo que yo era solo una distracción te
ojos están pegados a ella, cada una de tus acciones es por ella! ¡Me dejaste parada bajo la lluvia torrencial, sola! ¿Y para qué? ¿Por su tobillo
eshacía, cada
nsaban que era para nuestro aniversario, para nuestra recepción formal en tres días! ¡Le d
a, las lágrimas co
r del temblor en mi cuerpo-. Ella
provistos de todo reconocimiento. Me m
o, su voz plana, desestimando mi d
onido suave y patético, afer
te a su coche, abriendo la puerta del copiloto. Prácticamente la metió
en la entrada. La lluvia se intensificó, empapándome has
ariamente. La fuerte lluvia continuó cayendo, cegándome, helándome.
l conductor sospechoso. Lo había olvidado. Mi teléfono estaba muerto, un e
la lluvia incesante, las calles vacías. Era exactamente como esa noche, hace años, cuando me habían secuestrado. Los
Un par de faros cortaron la penumbra. Un coche redujo la velocidad y luego se detuvo a mi lado. Era el Uber. Las ventanas oscuras,

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