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de la Ciudad de México cuando escuché su mente su
era
lada, pero sus pensamientos gritaban por Sofía, la viuda
rte en un monstruo: puedo oír
cámara de tortura, una dev
de un penthouse de luj
rado para mí, escuchando su triunfo mental mientr
atrimonio, dejé mi anillo de bodas en su escritori
había e
l divorcio llegaron por
destrozado, creyendo que finalmente me habí
ces sonó e
papeles, Elena. Está
re se m
Empezó una guerra para distraer
do a ella. Estaba
les y reservé
mi esposo, primero tend
ítu
Ciudad de México cuando escuché su mente susurrar el
uerte que el empuje físico de
ndo como El Silenciador, se movía sobre
r sangre, un muro de músculos y cicatrices al que la fam
ándolas contra las sábana
s ojos c
ica piedad qu
visto las lágrimas escapando
no
o t
ar la sensación de su piel sobre la
aldi
ia en la casa de mi propio padre y en un bicho
pensamientos d
de alta adrenalina, o lujuria, o violencia, sus mentes se
of
n mi cabeza, proye
llegado ante
ación se
onfundió c
que vibró contra mi pecho, y ter
instante, pesado y sofocan
bitación se apresuró
como una
o y húmedo de sudor. Su espalda era un paisaje de viole
o una
tó si est
y caminó ha
el nombre de Sofía todavía zumb
fí
bajo nivel que se había de
poder y sin nada que ofre
er, lo único que
cul
cor
regadera com
edor de mi cuerpo. Mis manos temblaba
solo un
a Vill
no comp
no perdíamos a
minutos después, con una t
. Parecía un dios de la gue
isa de vestir negra que costaba más qu
negocio
el desuso. Apenas me hablab
anoche?
traicionar el caos q
a, abotonándo
e tren -dijo-.
a min
saberlo. Podía verlo en la form
modos escuché
ndén. Temblando. No pue
ontigo
se d
ojos grises finalmente
cualquier calidez que pudiera h
-d
ábana cayera a mis pies-. Si tienes negocios en la estación,
íbula s
Cómo es que s
-. Pero te queda
ón Buenavista fue un
las ventanas de la
olante, la otra descansando cerca d
tormenta de irr
como u
e tenía que proteger p
os en la acera, no
rta y salí
na! -
ign
s tacones resonando ominosa
o en un segundo, su m
te quedaras e
que soy tu e
en la e
gran vestíbulo e
to po
dulo de información, aferrada a
ía fr
ra el clima, temblando ligeramente. Su
agedia esperan
Dante en mi b
l cambi
into pr
deu
a no
dose de lágrimas. Miró a Dan
irada se p
de segundo, la má
laro, un chillido en e
princesita. Le voy a quitar todo
onrisa débil
-. No sabía a q
te, interponiéndose efec
iéndol
a salvo, S
z era
ni una sola vez,
de mi cabello, viendo a mi esposo cons
ta de que la guerra n
aba pe

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