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Historia
Escuché su mente: El arrepentimiento del Don

Escuché su mente: El arrepentimiento del Don

Autor: Gavin
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Capítulo 1

Palabras:1307    |    Actualizado en: Hoy, a las 17:51

de la Ciudad de México cuando escuché su mente su

era

lada, pero sus pensamientos gritaban por Sofía, la viuda

rte en un monstruo: puedo oír

cámara de tortura, una dev

de un penthouse de luj

rado para mí, escuchando su triunfo mental mientr

atrimonio, dejé mi anillo de bodas en su escritori

había e

l divorcio llegaron por

destrozado, creyendo que finalmente me habí

ces sonó e

papeles, Elena. Está

re se m

Empezó una guerra para distraer

do a ella. Estaba

les y reservé

mi esposo, primero tend

ítu

Ciudad de México cuando escuché su mente susurrar el

uerte que el empuje físico de

ndo como El Silenciador, se movía sobre

r sangre, un muro de músculos y cicatrices al que la fam

ándolas contra las sábana

s ojos c

ica piedad qu

visto las lágrimas escapando

no

o t

ar la sensación de su piel sobre la

aldi

ia en la casa de mi propio padre y en un bicho

pensamientos d

de alta adrenalina, o lujuria, o violencia, sus mentes se

of

n mi cabeza, proye

llegado ante

ación se

onfundió c

que vibró contra mi pecho, y ter

instante, pesado y sofocan

bitación se apresuró

como una

o y húmedo de sudor. Su espalda era un paisaje de viole

o una

tó si est

y caminó ha

el nombre de Sofía todavía zumb

bajo nivel que se había de

poder y sin nada que ofre

er, lo único que

cul

cor

regadera com

edor de mi cuerpo. Mis manos temblaba

solo un

a Vill

no comp

no perdíamos a

minutos después, con una t

. Parecía un dios de la gue

isa de vestir negra que costaba más qu

negocio

el desuso. Apenas me hablab

anoche?

traicionar el caos q

a, abotonándo

e tren -dijo-.

a min

saberlo. Podía verlo en la form

modos escuché

ndén. Temblando. No pue

ontigo

se d

ojos grises finalmente

cualquier calidez que pudiera h

-d

ábana cayera a mis pies-. Si tienes negocios en la estación,

íbula s

Cómo es que s

-. Pero te queda

ón Buenavista fue un

las ventanas de la

olante, la otra descansando cerca d

tormenta de irr

como u

e tenía que proteger p

os en la acera, no

rta y salí

na! -

ign

s tacones resonando ominosa

o en un segundo, su m

te quedaras e

que soy tu e

en la e

gran vestíbulo e

to po

dulo de información, aferrada a

ía fr

ra el clima, temblando ligeramente. Su

agedia esperan

Dante en mi b

l cambi

into pr

deu

a no

dose de lágrimas. Miró a Dan

irada se p

de segundo, la má

laro, un chillido en e

princesita. Le voy a quitar todo

onrisa débil

-. No sabía a q

te, interponiéndose efec

iéndol

a salvo, S

z era

ni una sola vez,

de mi cabello, viendo a mi esposo cons

ta de que la guerra n

aba pe

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