rro finalmente rechinó al abri
es, entumecidas por días de frío y calambres. Apestab
eraba en e
sus ojos profundamente marcadas, pero s
jo, con voz plana-. Ella tiene un
espo
su rostro, el impulso de matarlo podría superar
ndo el veredicto como un juez-. Ya no ere
áti
único lugar donde la luz era perfecta para pi
ese silencio lleno
eña ventana circular cómo Elena
sombrero
brazo de
suavidad en la curva de su espalda que antes me
ía, la puer
mi mirada, y arrojó una pre
una hora -murmuró-. La Gala
el ve
ro. De cuello a
a una esposa. Era un
amente de mi cuerpo; había perdido
ndelabros de cristal y risas huecas. La élite de Monterrey estaba
sala cayó en un s
mis ojos. Vieron la vasta y hela
a sala, con un vaso de whisky e
ante vestido dorado que se aferraba a sus cu
, tratando de hacerme inv
e alcanzaron d
sposa? Parece
entó envene
un santo po
rojo chocó deliberadament
de mi vestido negro, empapand
ndo el labio-. Fíjat
eacc
a. Solo tomé una servilleta de cócte
lo vi
no ha
l escenario y se a
de barítono silenciando la sala sin esfue
o por la cin
iante, absorbie
ció-. Una mujer de valor. Una mujer que entie
stalló en
e. No la había presentado como una i
sado. Yo era solo l
ró en
an, sus ojos se encontraron con los míos.
decía. *Acep
mirada. No par
a la entrada de la cocina, lejos de la
e -ordenó-. El ático se necesita para almacenar cosa
na extraña y hueca c
bien
e sorprendido por mi
tá b
án. Lo qu
caminé hacia el pa
é haci
. Sabía exactame

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