en el vestíbulo era pesado, sof
maletín en la mano, luciendo en cada centímetro
nión del Consejo -dijo, su voz cortand
m
ple y áspero uniforme gris, fregando el s
irada clavada en la parte superior
concentré en el patrón
je, Patró
o quería una sirvienta; quería que le rogara. Quería a la vieja Sara, la que se habría afer
rta. Había muerto en la
pesada puerta se cerró con un clic, sellando m
perdió
zar, pavoneándose como una reina en un trono robado. Hiz
la mesa
el delantal, y caminé hacia la mesa. Alcanc
rozaron la porcelana,
estrelló con
La espesa sopa roja salpicó la alfombra blanca impe
a simpatía, sus ojos bailando con malicia
e la silla de al lado, sonriendo mientras masticaba u
Comencé a recoger los troz
con movimientos rápidos y erráticos, y antes d
cia ad
rellaron contra
instante, oscura y espesa, mezclándose con la sopa roja hasta que
mentos de porcelana fina estaban incrustados profundam
udiendo con sus
ra! ¡Está
sorbo de su vin
sa cuando eres un
se ro
un clic silencioso y metálico en el fondo de mi
lev
, golpeando el suelo impecable
hacia
os debió haber perforado finalmente su arroganc
agudizó-. ¡Aléjate! ¡O le diré
ué mis manos ensangrentadas y l
perfectas huellas carm
. Crees que porque tienes su atención, tienes su alma. Pero no con
tiendo! -chill
irregular, una cos
ugar a la Reina mientras el Rey no está. Pero cuando regrese... asegúrate de que tu hi
la puerta con un dedo tembl
alejé, dejando atrás
los trozos de porcelana de las manos con unas pinzas, reprimiendo ca
a suelta del suelo. Saqué el teléfono desechable que
arpadeaba en
che del viernes. Estate e
a el día que Da
ré el uniforme gris que me
renta y o
o horas para reducir
r fuego. Iba a
a desaparecer

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