cuando el sol comenzaba a sangrar
durante tres días. Los sirvientes se movían como
revista de novias que no tenía por qué leer,
pesado golpeteo de las botas sobr
en la mano, frotando la plata hasta que mi reflejo distorsionado me
avión y aire frío, y arrojó sus llaves
casa, Damián -
hacia él en una nube de perfume,
pero sus ojos recorrieron la
puli
ar el abrigo de Damián. Era un hombre
atrón Ferrer. Bue
ó haci
esfumó de l
ó a Elena -suavemente, pero
abas de llam
ó de Elena a mí, con
señorita Rivas, s
r. Se llevó una mano al pecho, mirando
o recuerda todos los días. Le dice al personal que no me hag
tan fácil que
ión en tres largas zancadas y agarró el res
-preguntó, su voz
mentira. Miré la salida que esta
ta? -pregunté
stame,
solía trenzarme el pelo cuando tenía pesadillas. Se había ido, reemplazado por est
, Damián -dije-. Estoy c
ubiera abofeteado, y su
ente. Esta noche es el Baile de Máscaras. Asistirás. Te quedarás atrás.
ió haci
-dijo en voz baja-. El
lloré. No empaqué. No me
diamantes. La orquesta tocaba un v
ada de la cocina, con un sencillo vestid
n su esmoquin. Elena era una mancha rojo sangre a su lado, riendo, toc
ramaron champán en mis zapatos; alguien me golpeó el homb
hara contra su copa,
na copa d
a lealtad. Y por aquellos que n
una caja de tercio
úpido todavía. Pero era un anillo de prom
slizó en
mientras Elena lo besaba, un
, buscándome en las sombras. Quería
da. Levanté la b
a la sonrisa de una prisione
a mi lado. No me miró, but dejó hábilm
a una tarjeta de acces
arco zarpa en v
eré hasta que Damián se volvió para ac
ivando a los chefs ocupados, y salí por la en
ones y los dejé
o, c
idad, hacia el silencio. Y por prim

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