e la Ga
antos que habían muerto por sus creencias en un glorioso martirio tecnicolor. La ironía era lo suficientemente afilada como pa
de ro
penitente. Era la p
una herramienta que normalmente reservaba para domar caballos terc
ia -declaró, su voz d
io en la espalda com
ua hasta que el sabor a cobre inundó mi boca. No g
as cerca de la pila de agu
cho, su expresión tallada en piedra. No se
ón y yo. Solía recibir los golpes para que yo no tuviera qu
ra
padre, el esfuerzo aud
re atrapado en mis
ra
que me
N
ra
da de mi blusa y desolló la piel debajo. Fue un fuego que
íblico. Una cuenta redonda
os, mis piernas se negaron a sostene
e los ojos juzgadores de los santos, y más all
Damián a los guardias. Su voz era
abitación de invitados. La recámara principal estaba
taba agua. Necesitaba lavar la sangre antes de que s
y la tina come
crujió a
supuestamente guardaba; se veía vibrante, sus mejillas sonroj
de que siquiera se moviera, el olor
u voz goteando azúcar v
mientras me agarraba al borde del lava
ara el dolor -di
l líquido se vertió en el agua del baño,
Una vieja receta familia
diera reacciona
recía, o quizás yo simplemente estaba demasiado vacía para
esas heri
ra. No iba a entrar en esa agua. El instinto se
ación de desgarro de mi piel,
i
conmigo. El agua con chile salpicó en una ola caótica
zó a gemir
! ¡Mis oj
uvo allí e
la cabeza fuera del agua ardie
ededor de mi garganta y me sacó con una
i cabeza se echó hacia atrás, e
ta loca
na, envolviéndola en una toalla con una gentil
ien? ¿Le
su rostro en su pecho, interpretando a la víc
hacia mí. Sus o
uera del baño. No se detuvo en la puerta de la habit
-dijo, su voz baja y le
-logré decir
emp
d se hizo
o contra los escalones de piedra. El mundo se disolvi
podía sentir mi brazo izquierdo. Mis costillas se se
a a través de la
rca. Pasó por encima del lugar donde yo había es
la es
i vista -dijo

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