el hotel era fresco, per
su teléfono brillando en la oscuridad. Había ganado la puja.
rio personal tenía 420 millones líquidos. Le f
s de los del Real para cubrir la brecha, pero cuando inten
CUENTA CONGELAD
AM
rmo para su aprobación como su "cónyuge". Necesitaba capit
Cielo-. Llévame a
ia llamado Arturo, vaciló. -Señorita Cielo.
onduce,
centro. Era donde se cerraban los verdaderos tratos de la ciudad:
ortero, un hombre del tamaño de una m
Vuelva a su fiesta del té -se bur
e su bolso y escribió en una servilleta
Norte. Contenedor 4
ortero. -Dale esto al señor Abrojo. Dile
go a ella. La confianza en sus ojo
s se abrieron. Feliciano Carretas
riosidad -dijo Fe
ca golpeaban en su pecho. El aire olía a humo caro y pe
scura, iluminada solo por las luces de la ciudad que
eta de traje. Su camisa blanca estaba desabrochada en la parte superior, con las mangas
cargamento de mi rival. Armas de contrabando escondidas en sed
ola. -¿Cómo sabe una dama de la alta socied
ente a él, cruzando las piern
scándalo estalló cinco años después. Fue una g
ro y retumbante que hizo que los de
tierra por la que pujé?
-corrigió Cielo-. Y le devo
movía como una pantera acechando a un ciervo. Se detuvo justo frente a
ímetros del de ella. Podía olerlo:
ó. Su aliento rozó los labios de ella-. Teng
n fuerte que pensó que él debía oírlo. Este hombre era
untó, con voz firme
o. Vio el fuego en sus oj
ternacional la próxima semana -dijo Alvara
una inv
malicia-. Quiero que la
s de la oreja de ella, sus ded
humillada. Completamente. Públicamente. Haga q
esta vez, fue genuino. F
señor Abrojo -ronron
a su escritorio y levantó un teléfono
Autorice una transferencia. Ochenta millones. Titu
el tel
-dijo, el apodo rodando de su lengu
aminó hacia la puerta.
mbre e
o de su whisky, viénd
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