ril de la habitación del hospital,
itó exactame
ijo que El Consejo se reuniría en el yate este fin
ómo me sentía
stido de manga larga para ocultar las v
royos dorados. Hombres en esmoquin discutían sobre territorios y cargamentos mientras
sosteniendo una bandeja de copa
ronroneó
stido que costaba más que la casa en
borde de su copa-. Dante quiere que le sirvas
me a pesar del temblor de miedo
inclinándose hasta que pude oler su perfu
e la metió en la mano. -Bebe. A mi
. Soy alérgica a los sulfito
ezo a gritar qu
ción con Julián, un jefe rival de la costa del Pacífico. Julián me estaba
el ch
on ronchas en el cuello, ocultas por el cuello alto
brazo y me llevó hacia la
el contrato. No puede divorciarse de ti sin perder los territo
azotaba el pe
-dijo simplemente-.
el hombro. La cub
contra la barandilla. Gritó, un sonido e
nte. Se movió con la ve
vio a mí de pie, jadeando por aire, con l
na! -
untó. N
emp
y brutal, destinado
erdí el equilibrio. Me
eó con la densi
scura.
como un ancla. Mis pulmones ardían. Pateé, luchando
de segundo. Vi las luces del yate. Vi
iendo la mano
estaba bu
olviéndola en su saco, revisan
e, pero el agu
spalda y se alejó con ella, dejá

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