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Historia

Capítulo 3 Mansión Constan

Palabras:3253    |    Actualizado en: 26/05/2022

no recordaba para que tenía que levantar

recordar el motivo para haber puesto la alarma para tan tempran

e el desayuno y me vestí con u

sistido para que tomara un taxi, pero era demasiado

e comida, eso partía mi corazón, porque entre esas personas no solo se encontraban borrachos, sino que también habían

fui recibida por un gu

guardia—, usted debe s

trabajo con Jack —se prese

ío —respondí e

eñor Jack, y a diferencia de

erándola en la puerta de serv

erá que entre —respo

erior y allí me estaba esperando el

ita Beltrán, lleg

apellido y más si delante de e

usta tanta formalidad —respondí des

üller—. Ahora entremos para que pueda c

confortable, en la cual había una cama

dejar alguna ropa por si ocurriera algún imprevisto y deba qued

o que no tendrá problemas para llegar al recibidor —a

egar al recibidor? Ni siq

agradecí que no fuera escandaloso como había visto en otros

, llegué a pasar por el comedor y creí que había encontrado la dirección, per

rededor, todos los corredores en mi mente eran

eguntó una voz detrá

Constan. Él era un hombre de un metro setenta, algo g

rigía al recibidor, pero me perdí —agregué con miedo a ser despedida

palmada en el hombro. Ese hombre parec

salir corriendo de ahí, si Madame Müller me atrapaba hablando

ez, claro que no, yo la acomp

de ningún modo, sería

segura de que encontraré el recibidor —respondí en un intento

da —respondió y me tuve que dar por v

n, milord

hasta el recibidor do

a que le iba a dar un infarto, pero pasado el asombro me miró con f

sin dejar de mirarme de reojo, todos los demás también l

a hasta aquí —explicó el duque y todos parecían curiosos de saber como la empleada

que ella le ocasionó, excelen

ia y después me giré hacia Madame Müller avergonzada por lo que había s

rías siendo nueva —dijo el duque quitándole im

elencia —respondió Madame Mül

Madame Müller —dijo el duque y se retiró de la

desapareció, Madame

sin que yo pudiera hacer algo, ¿entiendes? —Estaba segura de que si esa hubiese sido la situación, Madame Müller no lo hubiera pen

mí por ser la nueva, pero mi deseo era decirle al ama de llaves que ella

personal, el cual estaba constituido por unas veinte personas—. Señores, ella es la señorita Deb

ien —dije sonriendo sin detener mi mirada en algún rostro,

n número de personas que hiciera una sola tarea en el día, por ejemplo había un grupo que se dedicaba solamente al mantenimiento

una sonrisa hipócrita y algunos no disimulaban su desagrado por mi llegada, como era el

u nombre es… —dijo Madame Müller y al

é perpleja por te

e me había propuesto ignorarla, resultaba que trabajaba en la misma casa que yo y para colmo era l

tó Janet con una sonrisa falsa

n? —preguntó Madame

imos Janet y yo

se matarla en ese mismo instante, ¿no se daba cuenta que las miradas entre Janet y yo no eran

stro trabajo. Yo me fui con mis compañeras

s más que yo. Ninguna de ellas me dirigió la palabra en todo el trayec

ores, y tú, chica nueva, ponte a pochar los huevos —al oír el apelativo

me gustaba que me llamara de esa f

í —respondió haciendo caso omiso a mi corrección—, ahora no pierdas el tiempo y ponte a t

pantalla de la cocina, en ese momento se acercó Judit

guntó por lo bajo para que nadie

aro

ona más importante del lugar, ese comportamiento no me extrañaba para nada ya que ella siempre se había creíd

me en ese estado, así que respiré hondo y me giré hacia mi enemiga que como siempre me miraba

s una doncella eres tan Cenicienta como yo y te agradecería que fingieras que no nos conocemos —esa respuesta pareció sor

ersonas como tú —respondió Janet. Su mirada ahora reflejaba enojo, aunque

arte para que podamos terminar de trabajar — respondí, estaba cansada de quedarme callada, ya no más

do que no había escuchado nada, pero en realidad

había hecho —dijo Judith cuando Janet había desaparecido—, per

r la cabeza ante ellos —respondí; ya no me interesaba si me d

—. Esa rubia oxigenada se merecía un: «No eres la reina de esta casa

estas personas tuvieran tanta comida y otros no tuvieran ni un pedazo de p

eriego, y me guiño un ojo, pero no respondí a este, ya que no estaba dispuesta a nada con él y s

her se quedó por si acaso alguien quería alguna merienda. La señora Sofía, Judith y yo nos sentamos en una mesa que había fuera de l

sa víbora de Janet pensé que serías igualita a ella, pero te juzgue

ura de que la mayoría pensó los mismo q

net y de seguro había hecho m

ro ¿por qué Janet te dijo Cenicienta? —pregu

bía sufrido—, pero prefiero contarla en otro momento — respondí. A pesar de que pare

prefirió callarse por una mirada de la señor

yuda en la lavandería donde tenían demasiado trabajo, porque

to para respirar, porque enseguida tuve

apoyada en la isla central, estaba de esp

la, y cuando estuve lo suf

e, ¿qué

apoyo y se dio la vuelta, en ese momento me di cuenta que

ño, ojos marrones, labios carnosos y cuerpo de supermodelo. También sabía que fue Miss Veldania cuando solo tenía 18 años, que era patrocinadora de actos

reguntó ella acercándo

ante de cocina, Lady Cumberland—resp

rendiéndome, ella, una súper modelo y famosa abogada diciéndole

posible que accediera a su petición, si alguien descubría que l

rarme pude comprobar que era la señora Esther q

e que mi nombre es Antonia y no Lady

mar a la marquesa por su nombre d

bargo al ver las miradas de las

, mucho gusto —dijo Antonia s

cuando dije eso me di cuenta de mi

endido — respondió sati

tarde —dijo Judith inter

desordenados, parecía que los pájar

ha pasado? —pregun

Judith, pero al final salió una carcajada y no fui la únic

dos? —preguntó Judith ala

er ese aspecto? —preguntó Antoni

—preguntó Judith cada vez

aste en un espejo? —pr

ith confirmando lo que sospechaba, ella no h

ido de pájaros —dijo la señora Sofía, y yo que ha

anto los ojos que casi parecía que podían

jo —respondió Antonia sarcásticamente

ue no quiero ver ni un pelo en la comida — ordenó la señora Sof

general — respondió Ant

la cocina y la señora Sofía, Esth

o esta vez tenía el pelo recogido en una perfecta

ruidos que se sentía en la cocina eran los cuchillos cortando, las ollas de presión y el

me llevaría a casa estaba esperando por mí, así que sin tiem

donde un auto sencillo y poco lujoso me espe

sería el inicio, sería duro estar en esa casa con esa víbora llamada Janet,

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