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Historia

Capítulo 2 VENEZUELA, 1790

Palabras:7735    |    Actualizado en: 15/06/2022

efa

an ya 24 años. Yo no tuve la suerte de conocerlo, aún no nacía cuando él falleció. Aquella muerte la dejó tan devastada que aún lo lloraba como si fuera el primer día. No me gustaba verla de aquella manera, mi madrina era una mujer fuerte que llevó con éxito las riendas del negocio familiar. Ana Álamo era una excelente patrona, sus es

o salir de su habitación y eso me preocupó

pregunté, luego d

hija,

obre su mesita de noche reposaba un pequeño baúl forrado de terciopelo púrpura,

e —me dijo—. Me senté a su lado, tomé el retrato y contemplé al caballero. Lo primero que noté fue que se parecía mucho a mi difunto padrino (lo sabía por el inmenso cuadro de Antonio Álamo

era trabajador de la hacienda. Mi madrina me explicó cómo murió poco después de traerme al mundo. Fue por una hemorragia repentina que desgraciadamente no pudieron detener. Ana Álamo se encariñó conmigo a primera vista y le pidió la autorización a mi abuelo para que yo fuese criada en la casa grande. Él accedió, quería lo mejor para mí y aquella era una excelente oportunidad. No existía día en que mi abuelo Manuel no me hablase de mi madre mientras vivió, de lo a menudo que la recordaba. Él siempre iba a la casa grande a visitarme y yo le contaba todo lo que mi madrina Ana me enseñaba. Yo hablaba varios idiomas, francés, inglés e italiano, ap

la, sin embargo, para complacer a la sociedad, me enseñó a bordar y contrató a un maestro para que me enseñara a tocar e

rmoso niño, de unos 5 años más o menos, tenía una mirada dulce y un rostro angelical. Al ver aquel retrato experimenté u

mundo prematuramente... —suspiró y luego continuó con la historia: —¿Puedes creer, hija mía, que no tengo retratos actuales de él para mostrarte? Tenía ya casi los seis años cuando se lo llevaron; tú apenas eras una recién nacida —manifestó con tristeza —. Llevo ya

po en España, debería visitarla más seguido, usted es su madr

re él. ¡Si no lo sabré yo! Sin embargo, no lo juzgues tan duramente, existen motivos de pesos que quizás algún día no muy lejano, serán de tu conocimiento —volvió a suspirar—. Sé que Adrián ha querido venir, pero como te dije anteriormente, su madre es muy posesiva y lo más seguro es que lo mantiene

señor Rodolfo para que su propio hijo

melo, sin embargo, como te expresé, había raz

lo hubiera traído al mundo, jamás se hubieran encontrado. En tercer lugar, no obstante, no menos importante, no puede existir una persona que no quiera a un ser tan especial como lo es uste

pa, tenías una sonrisa y una mirada arrebatadora, capaz de derretir el invierno más frío… Espero que no haya cambiado... Quisiera sabe

, sabe que la seguiría hasta el fin del mundo. Recuerdo que la última vez que viajó yo tenía

? —le pregunté sint

iví mucho tiempo en España, pero jamás logré acostumbrarme, prefiero mil veces esta finca, esta tierra donde nací. ¿Sabes?, aunque mi padre nació en España, él nunca quiso volver y mu

rte de la vida, no lo olvides: nacer y mori

ndré suficiente en esta vida para pagarle todo lo que me ha dado y lo que ha hecho de mí… La quiero mucho —se

res mi hija, recuérdalo siempre, te he estado preparando para

ficado que tenía para ella aquellas palabras en aque

har una histori

qui

; recuerdo que Elizabeth dio una gran recepción usando como pretexto mi llegada. Esa mujer no perdía ocasión de dar fies

s Pablo,

tunda a Adrián y despidió a Pablo. Yo me interpuse, llegó Lilian, una mujer estirada que Elizabeth contrató como dama de compañía y era como su sombra. Adrián la odiaba, y tanto era su odio que esa noche apenas la mujer se asomó para apoyar a mi nuera, él la atacó a punta de golpes. Pablo se lo quitó de encima. Adrián la culpaba de todo. Mi nieto parecía poseído cada vez que sentía a Lilian, no podía ocultar su rechazo hacia ella. La noche después del incidente, Elizabeth castigó a Adrián y luego mi hijo lo obligó a disculparse con Lilian. —No pude evitar mostrar mi asombro;

que trabajara ahí semejante muje

a pregunta puedo asegurarte que esa mujer aún está bajo las órdenes de Eli

e debilidades y cursilerías! Vamos a la cocina, hoy m

erla! —sonreí se

arde; es más, tendremos una cena de damas, quiero escu

ho tiempo sirviendo en los Álamos, al igual que sus antepasados desde épocas inmemoriales. Lo mismo sucedía con el capataz Ernesto Cortés y los esclavos: ellos eran parte de nuestro entorno. No había motivos para sentirnos solas y desprotegidas; pero, existían vacíos

acompañé a mi madrina a la iglesia y a recorrer las barracas

n infernal! —se quejó quitándose

a traer limonada

a idea —

n los helechos, y una multitud de flores cerca de los arbustos nos obsequiaban una vista agradable. Había muchas caléndulas, margaritas y trepadoras apoder

Libia, Aristimundo está

indicó con apremio —y trae más limo

a en una de las haciendas cercana y se conocían desde jóvenes; su visita siempre le hacía bien a ella,

mujer emocionada, abriendo los

illas. Luego ella se sentó cerca de mi madrina, cerró

cionó quitándose el extravagante s

s jugar cartas —pro

excelente idea, An

nosotras Estefanía?—m

invernadero, aprovechando que usted tiene compañía, ya planté las rosas nuevas

na de las páginas de un cuento de hadas; por un día que no lo atiendas no va a pasar nada —manifestó

o evocaremos el pasado y hablaremos de las grandes fiestas que daban los Álamos ¡

isa. La mujer tomó su vaso y bebió un gran sorbo de s

voy a declararte está fuera de lugar, pero ya me conoces y s

s mencionar, Libia? —inquir

itar que la sonrisa de esta niña y su mirada m

Yo noté que aquel comentario la puso nerviosa y fue en ese momento cuando compre

o, él también era como mi hijo y mi adorado Eduardo te consideraba a ti como su segunda madre. Parece que fue

us vidas están dedicadas a sus mujeres e hijos, ya no n

obre las grandes celebraciones que tenían lugar en esta residencia; si no me equivoco el próximo sábado es tu cumpleaños, no hay una mejor ocasión para celebrarl

o y mi hijo no s

ien que toca el piano. Hay muy buenos partidos en la región y estoy segura, que con solo mirarla querrán casarse con ella. —esta vez fui yo la que se introdujo en la conversación: —Señora Aris

dueños de la hermosa e imponente finca que queda al otro lado del pueblo, cerca de las colinas; bueno, para ser más exacta: bastante alejada del pueblo. Me han contado que llevan semanas bajando cosas y han visto entr

ia, te puedo asegurar que sus hijos o hijas ya deben de estar casados o comprometidos en uniones ventajosas. Amiga, tú hablas con tanta emoción de los Dómines y de esa propiedad como si f

llo, debe ser hermoso y con esos bosques extensos que lo

r, pensándolo bien, no me parece tan mala idea el celebrar mi cumpleaños y presenta

d me ha proporcionado, eso no me ha impedido que tenga mis pies bien puestos sobre la tierra; sé que el tener sangre india corriendo por mis venas m

ul, o que cualquier rica heredera. Te preparé para ser una mujer que alcance sus metas, no para dejarse apabullar por prejuicios estúpidos y

igura exquisita, tal y como la tenía Ana en su época de juventud y créeme, tu padrino tuvo qu

uiero ser blanco de convencionalismos, ya soy feliz junto

tiene razón, hay que

áximo el presente y de todo lo que usted me ha enseñado. Ya la vida y el destino

lo notó. Yo jamás había conversado con hombres que no fueran los trabajadores de la casa: Milton y Ernesto, este último solamente de vez en cuan

dónde estaba cada flor; ponía tanto empeño en arreglarlas, que las horas se me iban como si nada; investigaba en libros todo lo referente a ellas y recordé que mi abuelo Manuel siempre me decía, que el hablarles a las flor

señora Libia, como si yo estuviera interesada en tener esposo. Comencé a hablar con las pl

algastar mi vida al lado de una persona que no puede ver con los ojos del alma, sino a t

arlo; con seguridad era maravilloso sentir el calor de un abrazo proveniente de la persona amada; mi madrina, a pesar de enseñarme muchísimas cosas, jamás me habló de temas como la intimidad de un matrimonio. Quizás lo tenía reservado para cuando llegase el momento oportuno: si algún día

y al hacerlo, sentí la opresión del corpiño contra mis pechos, mi madrina me lo ajustaba demasiado y muchas veces me costaba respirar, no obstante, alegaba que la mujer debía hacer sacrificios para verse al igual que una flor de hermosa, sin embargo,

y los fragmentos de la maceta qué lo sostenía, fui colocando y limpiando el desastre, hasta p

ero estaba equivocado… Mis ojos estaban ciegos, eso

e pasó lo mismo, quedé pendida de sus ojos oscuros, mientras, algo en mi interior me dijo que yo conocía aquella mirada ¡Dios mío, aquel hombre era muy atractivo! Tenía el cabello castaño claro, liso y grueso a la altura del hombro, lo llevaba atado en una cola detrás del cuello; era de tez blanca, más no pálido, sus facciones eran finas y perfiladas, pero muy masculinas. Su cara remataba con un hoyuelo en

d? —le pregunté re

yo lo hacía. Las palabras de mi madrina cobraron vida en mi cabeza: “Adrián tenía una sonrisa capaz derretir el invierno más frío” Ella tenía toda la razón, pero también se quedó corta. La sonrisa de aquel hombre era increíblemente dulce, tanto que me dejó embelesada por una fracción de segundo. Él acortó la distancia hasta quedar si

—dijo—. ¿Quién es la señorita? —me

ahijada de la señora Ana Álamo, su

e mi abuela estaba criando a una niña y que ella te quería como a una hija. Mi padre también me habló con mucho af

qué me tiene afecto? Como tenérmelo si

i, en su mayoría muñecas. Las recuerdo perfectamente, pero opino que ya no estás para jugar con muñecas. —Esa confesi

do y de que mi madre era una de las ind

—declaró con emoción, logrando que mi corazón latiera. El brillo de sus ojos al

s mujeres también, sin embargo, jamás vi a alguien como tú. Qué ironía de la vida, que situara a la más hermosa flor en casa de mi abuela… —Miré sus ojos y brillaban con fulgor.

de tene

acabo de cumplir, y ust

onreír. La conversación se dio por termina

n y niña Estefanía, solici

a allá —respondió con amabilidad Adr

ir que te escolte hasta la sala?

iendo tierra y los restos de un jarrón que se me cayó. Me gustaría lavarme las manos primero y a

e, lo de arreglar tu vestido está de más, déjame repetirte que te ves maravillosa y respondiéndote que, si d

n los cuentos de príncipes y princesas. Me pareció irónico que hace apenas horas antes, Libia Aristimundo estuviera hablando de matrimonio y que de pronto él apareciera como si se tratase de un conjuro por parte de ella… Traté de borrar mis pensamientos. Adrián era nieto de mi madrina y con solo mirarlo cualquiera podía concluir que estaba comprometido con alguna señorita acaudalada de la sociedad. Al sacar aquella conclusi

!… Dios mío, hombre, ¡cuántos corazones habrán de susp

os, pero exagera. —respondió

raciones, declar

uno de los muebles del recibo. Luego de su comentario, sus ojos se posaron en mí. Primero manifestaron extrañeza hasta

e Adrián. Elizabeth Sifuentes era una mujer regia, elegante y hermosa, no obstante, a pesar de que sus ojos eran similares a los de Adrián, carecían de la dulzur

á mi padre? —p

la atmósfera que yo estaba sintiendo, incluso Adrián no parecía intu

diante que le iluminaba el rostro de felicidad. Mi madrina se aferró a Adrián en un fuerte abra

á gustando esa idea de traer hijos míos a este mundo —al formular aquella oración

ando un pretexto, necesitaba salir de aquel espacio. Entre

a, hija —me d

venía por el mismo camino trayendo consigo las botellas de licor. Al verme tuve la sensación de que también lo impresioné; estaba como

vas, hasta el punto de confundirme. Había intimidad en la forma de manifestarlas, pero el hecho de que confesara lo del parecido que, para mi entender, se refería a

oció a mi madr

os, ¡si la hub

a y con dificultad sacó un pañuelo de su chaqueta mi

e y también increíblemente hermosa, me gustaría hablar

ero sería grato para mí oír las diferentes versiones de las personas que tuvieron la op

ita, mi madre ha hecho

os eran muy galantes, aunque las palabras de Rodolfo sonaban más a las que le de

emo que las damas están impacientes po

vez que la vi era apenas una niña de casi cinco años y fíjate ya es toda una

mi parte a su casa, señor Álamo;

n íntimo amigo mío; él me enviará todo lo referente a los avances, al igual que Pablo, mi encargado, que cuenta con toda mi entera confianza y estimo como a un hijo. Su fa

, los dejo seguir hacia la sala —dije

al brindis? —inquirió rápidamente Adriá

en orden en la cocina; mi madrina es

ahí y todo está en or

o, sin embargo, quiero dar unas instruc

s, Adrián, no hagamos esperar más a las damas —tomó el brazo de su hijo para hac

arme un rato! —gemí ya dentro de l

o hay una revolución afuera? —Me int

o dentro de mi propio corazón—, pero debo admitir que la llegada del señor Álamo me ha tomado

gregó con picardía, mientras las otras dos criadas que e

o captó mi atención, llevaba varios días sin aparecer por la casa: un gato g

e para servirle en un plato; entretanto, yo lo agarré y

que advertí que la cocina de pronto se sumió en el silencio. Alguien irrum

reguntado el motivo de tu tardanza, as

nstantino —manifesté lo prim

ino? —repitió

brazos al animal, Adrián sonrío, pero a

gatos? —Pregunté acariciand

ue mi madre siempre me reprendía cuando era niño. Cuando ella veía mi intenc

bien, mira, está ronroneando y está hacien

ó y seguidamente se acercó al felino, y poco a poco fue bajando su mano hasta tocar

. Recobré rápidamente la compostura. No era propio de mi persona aquellas desfachateces, me limpié las manos con torpeza para qu

anifesté apenada, entretanto, él abr

copa y me la extendió, al hacerlo contemplé a mi madrina para obse

feliz de mi vida! —exclamó y expresó: —Dios ha escuchado mis plegarias. —Cuando terminó su oración, tomé un buen sorbo de mi bebida, sentí cómo el líquido quem

tocando el piano —me propuso mi madrina. En aquel momento no lo quería hacer, sentía qu

na cajita de virtudes — intervino sarcásticame

oca divinamente el piano —la

illosamente como dice mi suegra. En mis viajes por el mundo he escuchado muchas concertistas en los grandes teatros de Lo

me miró y me dijo al notar mi incomodidad: —Estefanía, si no quieres tocar esta noche,

s mal disfrazadas de amabilidad, que dejaban en claro su rechazo haci

ón hablara a través de la música. Las notas comenzaron a salir espontáneas bajo el toque de mis dedos, mi seguridad fue creciendo cuando advertí la sonrisa en los labios de mi madrina, la emoción de Libia, la admiración de Rodolfo… La intensa mirada de Adrián, sus ojos me admiraban de una forma tan transparente, que de pronto aquella mirada se volvió un espejo donde yo me podía ver; él se convirtió en la inspiración de las notas de mi me

a cuerda invisible que se llamaba amor me comunicó a un

cuando terminé de tocar la pi

dijo: —Por favor les pido que alcen las copas para brindar por este día tan especial para todos, por la unión de la fami

d! —dijer

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Contenido

Capítulo 1 PRÓLOGO Capítulo 2 VENEZUELA, 1790 Capítulo 3 EL INICIO DEL CAOS Capítulo 4 CONFLICTOS Capítulo 5 CURIOSIDAD A FLOR DE PIEL Capítulo 6 LA FIESTA
Capítulo 7 SUCESOS EXTRAÑOS
Capítulo 8 MISTERIOS Y DESILUSIÓN
Capítulo 9 SUEÑOS PREMONITORIOS
Capítulo 10 ENREDOS QUE COMPLICAN
Capítulo 11 LAS CARTAS SOBRE LA MESA
Capítulo 12 NO PUEDO SER LO SUFICIENTEMENTE FUERTE
Capítulo 13 SOSTENIENDO LOS PEDAZOS DE MÍ
Capítulo 14 LOS ÁNGELES LLORAN POR ANA ÁLAMO
Capítulo 15 LO SOBRENATURAL COBRA MÁS VIDA
Capítulo 16 AL ENCUENTRO DEL AMOR
Capítulo 17 VUELTA A LA REALIDAD
Capítulo 18 RUMORES Y SOSPECHAS
Capítulo 19 MÁS TEMPESTADES
Capítulo 20 LA PARTIDA DE ADRIÁN
Capítulo 21 EL DIARIO DE ANTONIO ÁLAMO
Capítulo 22 LA CARTA DE ISABEL Y LA AGONÍA DE ANTONIO
Capítulo 23 GUILLERMO, ANGEL DE BUENAS NUEVAS
Capítulo 24 SECRETOS SE REBELAN
Capítulo 25 EL ROSTRO DE ISABEL ÁLAMO
Capítulo 26 LILIAN LA MISTERIOSA
Capítulo 27 EL DESTINO VA GIRANDO
Capítulo 28 EL EXTRAÑO VISITANTE
Capítulo 29 INCERTIDUMBRES
Capítulo 30 LIBIA, UN ÁNGEL EN LA AGONIA.
Capítulo 31 EN BUSCA DEL ÓRIGEN
Capítulo 32 ÁNGEL GUARDIAN
Capítulo 33 MISTERIOS OCULTOS
Capítulo 34 REVELACIONES
Capítulo 35 EL LLAMADO DEL LINAJE
Capítulo 36 VIENDO A TRAVÉS DEL CENTINELA.
Capítulo 37 AÑORANZAS.
Capítulo 38 CENTINELA
Capítulo 39 HÍBRIDOS.
Capítulo 40 MUNDOS PARALELOS.
Capítulo 41 DE REGRESO A LA REALIDAD.
Capítulo 42 LA MARCA DE HANNA.
Capítulo 43 ANASTASIA Y LUTHZER (El demonio de las mil caras)
Capítulo 44 ARTURO PALACIOS, CONDE DÓMINE.
Capítulo 45 MÁS SECRETOS EMERGEN.
Capítulo 46 ENVIADOS DEL INFIERNO.
Capítulo 47 LAS ADVERTENCIAS DE NAHETHIS.
Capítulo 48 DUDAS.
Capítulo 49 PARANOIA.
Capítulo 50 INFORTUNIOS.
Capítulo 51 EL TERCER CAZADOR.
Capítulo 52 NO PUEDO ACEPTAR LO QUE SOY.
Capítulo 53 MI NÉMESIS.
Capítulo 54 DESPERTANDO NUEVAS FACETAS.
Capítulo 55 LA APARENTE MUERTE DE LILIAN.
Capítulo 56 DESPEDIDAS.
Capítulo 57 CENTINELAS.
Capítulo 58 ALYAN.
Capítulo 59 MI VERDADERO YO.
Capítulo 60 EL DESTINO CONTINÚA AVANZANDO.
Capítulo 61 PRÁCTICAS Y SEPELIO.
Capítulo 62 SIMULACROS E IMPOTENCIA.
Capítulo 63 RABIA Y FRUSTRACIÓN.
Capítulo 64 MIEDO.
Capítulo 65 MAL PRESAGIO.
Capítulo 66 LO INEVITABLE NO SÉ PUEDE DETENER.
Capítulo 67 LAS SOSPECHAS SE VUELVEN REALIDAD.
Capítulo 68 MOMENTO CRUCIAL.
Capítulo 69 LO SOBRENATURAL COBRA FUERZA.
Capítulo 70 LAS MENTIRAS LUCHAN POR MANTENERSE.
Capítulo 71 EL DOLOR AMENAZA A LA CORDURA.
Capítulo 72 MI VERDADERO YO BRILLA.
Capítulo 73 DE FRENTE AL MAL.
Capítulo 74 LUTZHER ÁNGEL CAÍDO.
Capítulo 75 UN CARRUAJE EMERGE DE LA OSCURIDAD.
Capítulo 76 EL DESTINO LA PUSO FRENTE A MÍ.
Capítulo 77 EL RENACER DE NUEVOS SENTIMIENTOS.
Capítulo 78 DESPERTAR Y DOLOR.
Capítulo 79 REVELACIONES.
Capítulo 80 EL CANTO DOLOROSO DE LOS SUEÑOS ROTOS.
Capítulo 81 DESEO ELIXIR MALDITO EN LOS VAMPIROS .
Capítulo 82 MEMORIAS REFORMADAS.
Capítulo 83 LOS PUENTES SE VAN CERRANDO.
Capítulo 84 CAMINO A LA HACIENDA EL RENACER
Capítulo 85 ADRIÁN Y ARTURO LAS DOS CARAS DE LA MONEDA .
Capítulo 86 LA MÚSICA LEJANA DE UN PIANO.
Capítulo 87 UN JINETE EMERGE DE LA OSCURIDAD.
Capítulo 88 EL CONDE MISTERIOSO.
Capítulo 89 LA BELLEZA IRREAL DE ARTURO PALACIOS.
Capítulo 90 CÉFIRO DIOS DEL VIENTO.
Capítulo 91 SORTILEGIOS.
Capítulo 92 INTERVENCIONES DEL DESTINO.
Capítulo 93 LA ESPERA CONDENA.
Capítulo 94 EL LIBRO DE LOS VIGILANTES.
Capítulo 95 LOS ESPÍRITUS SE ALZAN.
Capítulo 96 EL PODER DE LAS SOMBRAS DE LUTZHER.
Capítulo 97 DUDAS Y FRUSTRACIÓN.
Capítulo 98 PRECAUCIONES Y NUEVOS INVITADOS.
Capítulo 99 EL INVERNADERO DEL RENACER.
Capítulo 100 LA MASCARA DE ALYAN.
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