img Átame a ti  /  Capítulo 6 Estrés | 28.57%
Instalar App
Historia

Capítulo 6 Estrés

Palabras:3572    |    Actualizado en: 01/12/2022

ítu

tr

y rabia, haciendo que rebotara de la cama y se estrellara contra la pared. Sacó el teléfono celular del bolsillo trasero de

i con desesperación, y caminó con paso firme ha

es que ni siquiera sabía si tenía sentido o derecho de e

comiéndole la cabeza dos semanas ¡Dos semanas! Cuando por fin pudo entender del todo lo que debía hacer, se apresuró en completarlo y, al finalizar, eran las jodidas tres de la madruga

ía no se dignó si q

a. Para empeorar la situación, el profesor que debía recibirle el trabajo con el cual se quemó las

dienta de sangre… pero aun iba a empeorar. Estaba a punto de pedir su almu

ución que se cruzó por su mente, era la más obvia; llamar a Lu. Ella podría pagar su almuerzo ese día y, en caso de que no tuviera dinero, podría llevarla rápidamente hasta el departamento en la mot

ecibió respuesta en ninguno. Ana Lucía no tenía entrenamiento ese día, tampoco tenía clases al mediodía, por l

gnorando.

lación no le importaban en ese momento. Era el volcán Vesubio a punto de entrar en erupción y dispuesta a llevarse a todos por el medio. Después de todo, ella no había firmad

mente corta en un vehículo, cuando se hacía caminando era realmente pesado. Especialmente en días tan calurosos como éste, con la brisa seca y cálida del verano golpeando sin misericordia. Los p

rla en su auto las últimas dos cuadras que faltaban para llegar a su residencia. El aire acondicionado del vehícul

a la sala y no había rastro de su hermana. La casa estaba en completo silencio, lo que indicaba que estaba sola,

a cansada. Miró el reloj en su teléfono y eran pasadas las cinco de la tarde Ana Lucía seguía sin dar señales de vida. Suspiró sonoramen

por su hermana era el peor sentimiento que podía sentir, lo que le hiz

decidió que lo mejor sería distraerse y

eyendo como otras personas e

inmediatamente que se trataba de su hermana, pero ella o se movió. Se forzó a no ir a recibirla y frunció e

u hermana cuando pasó frente a la puerta abierta de la habitación hasta alcanzar la suya. Minutos

dó, no explicó su repentina desaparición, no hizo nada. Y e

para comer? M

por unos segundos en los que repasó el enorme monólogo lleno de reclamos e insultos que quería tirarl

¿S

con tono brusco y ponzoñoso. Sabía perfectamente que su hermana

irarse, pero no lo hizo y giró nuevame

. — Otra resp

ahora, seria. — ¿Po

yo te hablo

¿Q

parar la cena, no pued

la habitación y parándose

oña estrella. Te escribí como diez mensajes y te llamó más de una vez durante el día y ni

sta por que n

e volvió extraño, más suave. Pero rápidamente aumentó en decibeles. — Pero, ¿sabías que me quedé dormida y no tuviste ni la consideración de despertarme?, ¿Sabías que por eso olvidé mi billetera y estuve todo el día sin comer

ansiosa por oír las excusas que le daría, pero los segundos pasaron y no escuchó nada. Lu solo estaba ahí, parada, mirándola sin expres

o al acuerdo de hacerlo solo los domingos, pero su hermana tenía razón en una cosa; mañana tenía entren

lo alta, dispuesta a cocinar… o al menos a intentarlo. Después de todo, era una

pués, las luces del hogar se apagaron y, por primera

uno de la madrugada y S

estaba más que justificada, pero la mirada que recibió al final deshizo todos sus esquemas ¿Era molestia? ¿Decepción? ¿Dolor? ¿G

tó en el inodoro dispuesta a orinar, pero un lejano sonido le llamó la atención.

con un pequeño reguero de una sartén y algunos cubiertos sucios. Sonrió, era gr

rgullo. Y con ese sentimiento caminó

lave. Efectivamente, Lu se encontraba viendo videos en el celular. So hizo una mueca.

Ho

Ho

puedes

Uh

a el pie de la cama. Se sentó en el sue

o de que la incomodidad era palpable en el ambiente. So suspiró sonora

ste que no estuve de tan buen humor la última semana — bromeó, pero al ver que su hermana no emitía ningún sonido, continuó —, e

Hablábamos sobre una posibilidad de conseguir una beca. El dinero es suficiente para pagar el departamento, al menos, así aliviaríamos un poco a papá… — intentó brome

ocurría entre ellas; tensión. En ese momento, se dieron cuenta de algo, cuanto menos, curioso ¿Qu

viento frío que se colaba por la ventana abierta de la habitación y los pequeños rayos de luz proveniente de la

ues es

camente. — N

dos. Pero no era una sensación normal, debía ser algo que empezara en lo más superficial de tu cuerpo y fuese penetrando cada fibra de tu ser, hast

te. De repente, una vorágine de deseo comenzó a manar desde el interior de su pecho, recorriendo sus venas, llenándola completamente. Su

s, tragó saliva y preguntó: — ¿Qué c

mi computadora. Mo

corría por sus arterias. Había visto muchas cosas en su computadora, algunas bastante fuertes e, incluso, peligrosas, o que sencillamente sobrepasaban su límit

gura, aunque por dentro estuviera igual de nerviosa con su hermana. Observó como la menor llevaba las manos hasta las caderas y enganchaba

ún no habían hecho nada, pero ser consciente que estaba exhibiendo, no solo su culo, también su coño totalmente desnudo, le transmitía un pudor que solo podía compararse con la imp

de admirar el suave trasero a su disposición. La mano siniestra se alzó suavemente y se acercó hasta la tersa piel; la yema de los dedos acarició, apenas con un roc

a al tacto. Escaló la voluptuosidad de su hermana, acarició los sexys hoyuelos de Venus hasta alcanzar su otra nalga. Cuando estuvo sobre ella, usó la totalidad de su mano para apretar los suaves y voluptuosos músculos, recreándose con el tacto. No podía

ncia. Un sonido similar a un chapoteo explotó en el mutismo de la habitación, combinado con un sonoro gemido camuflado de grito. So pegó un brinco en

ole mejor acceso, una tercera nalgada cayó con una fiereza casi cruel. Esta vez el grito fue ahogado por el colchón desordenado. So había pegado el rostro a la cama y se había anclado con ambas manos

ero o

ás las sábanas, sintiendo como las lágrimas comenzaban a resbalar por sus mejillas. Su rostro ardía y su entrepierna se contraía ante cada nalgada ¿Había p

oja y levemente hinchada, pero ese era el precio a pagar para poder crear una obra de arte como aquella. Sus ojos ambarinos s

mente estaba en éxtasis, en blanco, sin estrés, sin miedos, sin rastros

nzar un pequeño bote redondo y ancho. Lo destapó y tomó una buena porción de crema humectante. Acarició suavemente el

sofocante que percibía desde su trasero poco a poco se transformó en una cálida y placentera sensaci

scapó u

ndolas. Su espalda se arqueó en un espasmo de placer mientras un goce asfixiante se apoderaba de su coño desnudo

ra sobre la suavidad del colchón y las sábanas, que significaron un alivio inmediato al ardor en su culo. Inmediatamente se posicionó de medio lado y cerró las pier

ó la mano hasta tocar la izquierda de su hermana, sabiendo que era esta extremidad el arma que había sido usada para azotarla hasta correrse. La besó

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY