img La vida secreta del Sr. Fitz  /  Capítulo 10 Escritor fracasado | 100.00%
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Historia

Capítulo 10 Escritor fracasado

Palabras:3522    |    Actualizado en: 25/01/2021

lyn perdiera mucho valor en la bolsa hasta que Martha Allyn entró en el negocio. Se convirtió en la Directora Creativa y Jefa de Marketing y había hecho buenas migas

n condiciones de esclavitud. Al menos eso decían los rumores y el trabajo de un periodista, llamado Henry Watanabe, a quien llevaron a las cortes p

tábamos conociendo. Supe que su madre era una ama de casa y su padre un trabajador de la construcción, pero con los anuncios de su blog Irónicos Bastardos generaba plata extra para darse gustos. Al igual que yo, había obtenido una

a gracioso pero me fingía insultada cada vez que lo mencionaba. Una noche al final de esa semana, estaba a

, me pregun

egundos antes

s de clas

r a todos tu

los g

es, so

admiradoras. La tal Anna estará

as. Además, la tal Anna

n ella en la fiesta de f

?

uela, recuerdas? Y las m

el día que n

Voy a

dormir

n

a

ere

ll

añana,

a virtual, me hacía sentir muy segura. Este era un efecto que ni remotamente lograba con ningún hombre desde la historia con mi ex. No me hacía sentir como un objeto sexual y eso me

¿qué quie

mediante el cual lograba torturarme profundamente. Cuando estaba a punto de caer

que mañana vengas a mi casa. Es s

omo nos hacía llamarle en clase. Opté por ognora

tapó los ojos. Imaginé que era Lola, quien acostumbraba a hacer

ran

ó los ojo

ías, ¿cóm

n. ¿

la noche vigilando tu

res, Edwa

n se sentó a mi lado y me

ropasando,

Mi cuerpo no responde a mis órd

uerpo desea abra

tenía brackets y eso le daba un toque extra de atractivo. Sentí a mi cora

stas m

rpresa. Por primera vez desde que lo

ó la leng

taban llenos de un brillo especial, que lo llenaba de luz y a

, como si no hubiera un mañana. Fue un beso lig

mi novia? – pregun

pera un poco antes de

que no voy a donde mis amigos a contarle

é pagaste

sentido eso por mi primera y única pareja en ningún momento. Intuía que entregarme a Brandon sería relativamente fácil, aunque aún tenía un poc

viene – susu

vioso, y me percaté enseguida. Fitz se acercaba, sost

miró a Brandon de arriba a abajo

s, Sr. Fitz

hoy, necesito prepararte para algunas cue

–dijo Brandon algo molesto.

y media. Usted también es bienven

ario –me apr

importunar

s mi

n, sino que hizo que apareciera de nuevo la risa de suficiencia de Fitz. Confundida me

decirle de una vez por todas que parara de acosarme

or y necesitaba también una charla fuerte para que se diera cuenta de cuán equivocado estaba. Cuando llegué a casa me

e casa en la noche o siempre llevar spray de pimienta, o hasta para ir al Súper a mediodía. Incluso una vez me

a mañana siguiente. No hizo falta, pues mi padre se apareció a las cuatro de la mañana profundamente turbado y a punto de llorar. Mi madre me esperaba afuera

y los actualizaba de mi vida por las redes sociales, pero solo iba a casa en Navidad y Año Nuevo. Habían perdido a su niña mimada y mi yo adulta estaba lejos de lo que habían esperado. Pensaron que me quedaría toda la vida en casa a la espera

he para visitarme. Era un poco raro que lle

mesada pero me planteaba seriamente la posibilidad de trabajar en mi tiempo libre para asumir otros gastos por mi cu

Vengo a pedirte

haces

de sus acostumbradas camisas a cuadros escoceces, remangada hasta los codos. Llevaba

regalo

nt

cuarto, la sala, el comedor y la cocina eran lo mismo. Mi

ena

tido, luego bu

preparar, ag

n defecto genético el hecho

a sonrisa–, pero si no fuera desagr

ntir ofendida y, p

y, algunas personas se sienten atr

en la cama. Iba un poco retrasada c

erto. Hast

on –co

. Hasta Barry

qué no l

me senté a su lado. Nos mir

ho, como todos lo

lo hacía, el profesor se acercó a mí por detrás. Mi apartamento formaba parte de un edificio universitario de 12 pisos y

sa tu cue

itación está en el lugar exacto para ve

onerme a

tenía que ser muy juntos. Le dije que sí

mi lóbulo y mi piel se puso de gallina. Le pedí permiso y entré de nuevo a la habitación. Él

gran tale

aci

a, por

gunos detalles si quie

había tomado la e

opinamos lo mismo. Eres un diamante en bruto, y hasta que no te pillamos, nada podr

de nuevo of

éspota como ustedes prefier

buena, pero hasta que no te lo creas no s

o y dejé esca

e todo el mundo dejara de decir

nes c

dera y le mostré a Fit

indas u

mi profesor se empeñaba en dirigirse a mí. Era una mez

pregunté mientras pr

ué t

e esperaba, pero igual no me importó. Fitz se quedó unos segundos con la

nto. Siempre he sido

dés

ota –co

ezó a colar, y el olo

café recién hecho. Tanto

que me explotaban la cabeza, al tiempo

como un niño en la mañana de Reyes, abriendo sus reg

ces me parece que hago café s

antes de separarnos, cuando todavía no pensaba solo en acostars

mejor a

di a propósito pero quizás, si lo hubiera planeado, en lugar

gunté. Estaba radiante con sus mechones ri

ahora la única que me

tras él se me quedaba viendo fijam

a reaccionar a eso? – él

ien. Te vengo observando desde el semestre pasado. Estuve en e

masiado rígido y muy esquematizado en ciertos aspectos. En mi artículo buscaba evidencias de otros programas académicos de la re

hivados en la biblioteca; también te observé en el campus. No eres como las otras chicas. Sie

haber llamado la atención de un hombre com

é su taza y la puse en el fregadero. Abrí el grifo y

e es un p

versitaria. No hay manera de que sea ped

a a mi. Me volteé y estaba demasiado cerca

ojos y dime qu

ía tomado mis manos con las suyas. Eran suav

del borde del fregadero. Entrecrucé mis brazos alrededor de su cuello y esta vez fui yo quien lo besó. Fitz me apretó contra su pecho y mordisqueó mi

hasta llegar a mi ombligo, que lamió delicadament

apenada, pues tampoco tenía demasiad

sa? ¿No

Fitz tenía un piercin

bien qu

ienes

Allyn lo había dejado claro más de una vez en El hombre evanescente. Estaba aterrada de toc

vez –me dijo–.

ce

tu índice y pulgar derechos

omo roca, se sentían agradables al tacto y me atreví a darles pellizquitos repentinos. Lamí los extremos de su piercing.

se

os cerrados lo lamí al principio con vergüenza pero después más descaradamen

tendremos que llegar a alg

on delicadeza, mientras acariciaba mi sexo por encima de la ropa. El roce me hacía perder el sentido, al tiempo que

o y se ponía la camisa a cuadros. Quien quiera que estuviera detrás de la puerta era demasiado insistente para

o era demasiado tarde.

una voz femenina, ásp

dre –dijo Fitz y termin

na noche –recalcó e

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