img La vida secreta del Sr. Fitz  /  Capítulo 7 Cita en el parqueo | 70.00%
Instalar App
Historia

Capítulo 7 Cita en el parqueo

Palabras:4110    |    Actualizado en: 22/01/2021

izar sobre un caso de corrupción de años atrás. Lo peor era que, al repasar la documentación, se trataba de Cosméticos Allyn. Recé por que se tra

ión publicada por un periodista de medios locales, con evidencia bastante sólida al principio, pero según avanzó el caso, se volvió circunstancial. Finalmente, Cosméticos Allyn

ra interesante y, además, sacaba un poco de la porquería de la familia de la escritora, quien se ne

pensé. Esperaba que se hubieran reformado, porque de lo co

cualquier posible pensamiento sobre el Sr. Fitz. Me sentía excesivamente enfad

sí cotejar cada parte de nuestras investigaciones para el trabajo final. Me p

. Fitz. S

previos a las vacaciones de Navidad. Me quedaba por delante una aglomeración de ensayos, redaccione

chicas del aula. No me molestaba abiertamente, pero en todo el domingo no supe

o adelantando un po

quiera una llamada perdida o algo que me

ón de la mañana, se

tal de fin

? –me levanté del asiento y recogí mis co

an divertido? ¿

rzo co

én lo habí

andon. Me apetec

nr

. Es más –registró su mochila, sacó un paquete envuel

Espero que no te moleste. Te hice salmón ahumado, con vegetales como guarnición. Traerlo en papel metálico no es

Demasiada información

decir y tomé el

ntó– Traje mi propio salmón ahumado. Además,

y seguí a mi compañero, que parecí

ez en el Parque de la

poco me

sería capaz de soportar dos encuentros de ese tipo en el mismo sitio, aunque supongo que lo de Frank y yo no

rosiguió Brandon–. ¿Quisieras

queo? ¿No está p

si estuviera a punto d

isieras allanar conmi

rcajada y asentí, p

ar mi expediente delic

que lo hacía, sin embargo en esta oportunida

aula comenzaron a b

ellas–. Saldrán en el periódico

as mujeres a otro nivel, que sabía entenderlas y no l

Al principio lo hice como una broma para el resto de mis compañeros de clase, pero

su tiempo. Sin la desesperación de mi profesor, pero con la misma intensidad. Nuestras lenguas no

arines acá presente les haya pas

de mí, como si quemara. Recogí mis cosas en medio d

esde la puerta, con exp

labial que le había dejado por todo el rostro. La mirada del Sr. Fitz fue

o cree que tie

e antes de que me p

un imb

na cual

andon no es

stante. Luego de unos segundos en los que ni siquiera parpadeó, dio media vue

eer su redacción. Va

n. Automáticamente, mis compañeros de clase me preguntaron por los deberes de Es

el Sr. Fitz había permanecido muy cerca de mí, pero no estaba segura de si ha

z te trata como una

del Este como parte de un cargamento de trata de blancas. Aquí m

ecía bastante afectado. –¿Cómo se te ocurre? Es mi profesor de Escritura y no

ital al pie de tu cama, y que te l

a. Mira lo que le sucedió

randon? –le dije–. Que dejaras de habl

r el pasillo, y pasé por al lado del Sr. Fitz, que estaba conversando con una alumna. Me m

becca. No so

on un poco, y él me apartó u

a las chicas del aula. Tienes una es

ás ce

¿Por qué l

dijo descaradamente, así que

al, para un chi

a? Me parece que soy

n tus palabras bonita

bonitas pare

Cualquiera pu

l que te ag

detuve, presionando mi

dije y di medía vuelta, pa

remos en

allanáramos el

mantiene la c

luz del día, son po

lmuerzo romántico, ¿o sí? Considéralo co

de todos los edificios de la universida

aba un sonido silvestre que me recordaba el de la casa de mis abuelos en el campo. Brandon me condujo por los recodos y caminos de allí como si estuviera en su ambiente natural. Me guio, sin tropiezos, hasta que alcanzamos una parte del parqueo alejada de cualquier rastro de la Universidad. Era uno de esos parqueos de varios pisos, así que ascendimos entre las ruinas, en espiral, por el antiguo camino de los auto

rias vueltas, como en el juego de La Gallina Ciega. Cuando me sentí un poco mareada, le hice una seña y se detuvo. Me dio la mano y avancé a tientas detrás de él. Me tambaleé de un lado a otro, producto del mareo, pero poco a poco recuperé la confianza en los pasos. –Detente,

e color lila y servilletas violeta. Los cubiertos eran dorados y refulgían a la escasa luz de las velas. Me había llevado a una parte del parqueo donde la luz no entraba, lo que creó una atmósfera realmente mágica. De una esquina salió un chico, muy parecido a Brandon, pero que aparentaba unos cinco

ti. –¿De mí? Comienzas a sonar como un acosador. –No se llama acoso. Se llama interés. Me interesas hace tiempo, Rebecca. –Lo disimulas bastant

ltos en papel metálico. Se levantó del asiento, desenvolvió uno y lo colocó en mi plato. Luego acomodó los vegetales de forma tal que parecía sacado de una fotografía de

bien –le dije–. Hasta ahora me he podido sustentar con la cuenta bancaria de mis abuelos, pero creo que debía pagar yo misma mis gastos menores. Trabajar nunca ha matado a nadie. –Yo no lo necesito. Tengo que estar concentrado en solo una cosa: el estudio. Y mientras siga viviendo de mi blog, no necesito preocuparme demasiado. Será la manera más rápida de terminar la carrera y

uy observador, ya te lo dije. Además, lo compr

periodismo, me dijo que era amiga tuya. Le conté la idea de la cena romántica a la luz del día y me sugirió la lavanda. Lo del morado y sus tonos, lo deduje por tu ropa. Siempre llevas algo de ese color.

. Unas chocolatinas a las que tuve que romperles la envoltura. –Sé que no es lo más romántico, pero la parte de los postres no me dio tiempo. Deberes y esas cosas –me dijo Brando

la Bella y la Bestia, la escena en la que ambos bailan en el salón y Bella tiene el vestido amarillo. No soy torpe para el baile, pero el nerviosismo me jugó una mala pasada y pisé a mi compañero en más de una ocasión. Me sujetó fuerte contra su cuerpo y me hizo girar. Más que girar, con Brandon flotaba, y me sentía una princesa. Mientras la canción fue avanzando, el intercambio se volvió más

vuelta con mucho estilo y no dejó de mirarme un segundo. –Entonces, ¿lo sigo intentando? –No te des por vencido, por favor. La canción se terminó y Brandon me dejó libre. –Ya debemos irnos a la biblioteca –me recordó. Nos fuimos de la mano por el camino de regreso. Benson se quedó recogi

imaria, lo que quería decir que Fitz estaría en la preparatoria aún. Si tomaba en cuenta esa línea temporal, ¿qué edad tendría Bárbara Allyn en esa época, que ya er

ella y experto en literatura latinoamericana. Luego fueron a juicio porque él la acusó de plagio, pero se demostró que Fitz no solo mentía, sino que tenía un escándalo de ghostwriters en su tiempo de estudiante. –¿Ghostwriters? –Escritores fantasma, Rebecca. Personas a las que les pagas por escribir algo que más tarde saldrá a tu nombre. –Fitz me parece bastante talentoso. Además, si está en la Universidad es por algo. –El Decano es pariente suyo. La última Universidad en la que estuvo lo despidió porque tuvo un rollo con una estudiante. Es decir, no le bastó con el escándalo de plagio, el de los ghostwriters y estar en el ojo del huracán por lo de Bár

que le daba seguridad? Pero tenía que despertar. No era una adolescente para sentirme tan fascinada por un tipo lindo que, mientras más sabía de él, más desconocido me parecía. Tenía que poner los pies en la Tierra, donde Brandon estaba conmigo. A las cinco salimos de la biblioteca. Yo seguía pensativa, y mi cerebro iba de Brandon a Fitz y viceversa. Sabía que lo correcto era esperar, ver si la atracc

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY