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Mi vida en tus manos

Mi vida en tus manos

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Leonel DuPont es un médico oncólogo treintañero, multimillonario, arrogante y mujeriego, que utiliza a las mujeres en su propio beneficio. Obviamente hasta que Tamara Bucarelli, una curvilínea joven de 23 años de pelo castaño y ojos marrón claro, entra en su vida. Entra a trabajar como su secretaria y aunque al principio su relación es demasiado negativa, la vida tiene mucha cosa preparadas para ellos.

Capítulo 1 UN MAL COMIENZO

Narrador Omnisciente

Tamara Elizabeth Bucarelli es una mujer de veintitrés años, que posee un cabello largo de color dorado, unos ojos marrones claros, su cuerpo es curvilíneo y aunque cualquiera diría que podría ser una modelo Plus size por la belleza que la caracteriza, lamentablemente, como no ha podido terminar sus estudios universitarios, se encuentra trabajando en el despacho de abogados para el déspota y desagradable de su suegro

El hombre, quién es el más prestigioso abogado del país, se encuentra en su oficina con su amante, realizando todo tipo de actividades indebidas, pero ella no debe hacer nada más que decirle a todo aquel que lo busque, que se encuentra en una reunión muy importante y que luego de terminarla se comunicará con ellos.

–Como quisiera poder encontrar otro trabajo– Comenta la joven con tristeza, ya que le duele tener que ocultarle este tipo de cosas a su enamorado.

Aunque se lamenta a diario por tener que ejecutar tal situación, no puede hacer otra cosa más que trabajar y dejar todo en orden porque si no el hombre le descuenta de su salario todo lo que ella haga mal

Unas horas después

Finalmente, es el horario de salida de la joven, razón por la cual, toma el teléfono que tiene en su escritorio, marca el número uno, que es el que la comunica directamente con la oficina de su jefe y le informa que se va a retirar, algo que el sujeto muy enojado, porque tendrá que decirle a su acompañante que se retire, termina aceptando.

Tamara sale del edificio, saca su celular de la cartera y marca el número de su amado novio Lucas, pero lamentablemente, a pesar de haber efectuado más de cuatro llamadas, él no atiende, razón por la que decide desistir y guardar el aparato nuevamente.

Camina por las calles de la ciudad como si estuviera paseado, viendo cada vidriera, hasta que llega a una que tiene exhibiendo un collar con un sol y una luna, el cual le encanta, pero al ver el precio se entristece, ya que su situación económica no le permite darse ese lujo

–Algún día tendré el dinero necesario para comprarme cosas tan hermosas como esta– Dice aún sin dejar de mirar el objeto que tanto le ha gustado.

Finalmente, luego de soltar un largo suspiro, decide seguir su rumbo, pero se detiene al ver a una mujer que parece que está a punto de desmayarse, ya que se está agarrando fuertemente de un poste de luz.

Señora se encuentra bien?, ¿Necesita que llame a un médico?” Le pregunta muy preocupada y enojada, puesto que se dio cuenta de que nadie más se ha detenido a ayudarla en todo el tiempo que ha estado sufriendo.

La mujer le pidió con lágrimas en los ojos que la lleve al hospital Oncológico Saint León, porque es en el lugar en el que está siendo tratada por su enfermedad. Ella sin pensarlo, detiene un taxi, le da la dirección del sitio y toman rumbo hacia el destino señalado.

Una vez que llegaron, el hombre le indica el número que marca el taxímetro. Tamara, con una gran tristeza, toma su cartera saca el poco dinero que tiene, el cual era para pagar la comida del día y se lo entrega.

Juntas caminan lentamente hacia el consultorio externo del lugar, ya que la mujer le informó que en ese horario él seguramente estaría allí, le avisan a la secretaria, quién resultó ser Alice, la cuñada de la joven, que van en su búsqueda y ella le informa al Doctor DuPont de manera urgente.

– Señora Lizbeth Deinden, es su turno– Le indica Alice a la mujer. Razón por la que la mujer se levanta de su asiento y empieza a caminar hacia la puerta del consultorio.

Tamara, al ver que la mujer ya está por ser atendida, repite la acción de levantarse del lugar y comienza a caminar hacia la puerta de salida, pero alguien sujeta con fuerza su hombro, razón por la que sorprendida gira para mirar a la persona que no permite que se retire.

“En este mundo me encuentro muy sola y como sé que no es simple casualidad que tú me hayas ayudado a venir aquí, te pido un último favor. ¿Puedes quedarte conmigo y ayudarme a fingir por un momento que tengo una hija que se preocupa porque pronto perderá a su madre?– Le pide la mujer, quién realmente está segura de que la noticia será negativa y no está preparada para recibirla sola.

Tamara ante la atenta mirada de su cuñada, al escuchar las tristes palabras de la mujer, decidió aceptar su pedido, por eso, tomo su mano con dulzura y juntas ingresaron al consultorio.

–Veo que hoy vienes muy bien acompañada mi querida Beth– Dice Leonel DuPont, el mejor oncólogo de todo el mundo. –¿Podrías decirme que tipo de relación tienes con mi hermosa paciente?” Pregunta mirándola fijamente y haciendo que se ponga nerviosa, ya que no sabe si actuar como la hija o decirle quien es verdaderamente.

–Ella ha sido la mujer que me ha salvado el día de hoy y le he pedido que solo por este momento actúe como si fuera mi hija porque sé que el resultado que me darás en este momento no será muy bueno– Respondió con mucha tristeza la paciente

Lamentablemente, como la mujer esperaba, el resultado fue completamente desolador, puesto que arrojaba que solamente le quedaban máximo tres semanas de vida. Tamara muy triste abraza a la mujer y empieza a llorar con ella.

–¿No se puede hacer más nada?– Pregunta la joven, con la esperanza de que le dé alguna buena noticia.

–No sé qué es lo que esperas recibir de esta mujer desahuciada, pero déjame decirte que no permitiré que te dé ni un solo centavo por venir a acompañarla hasta aquí. Así que estás invitada a retirarte antes de que llame a seguridad y sea sacada por la fuerza– le exige Leonel muy enojado, ya que aunque la mujer le ha parecido muy hermosa, considera que es muy inescrupuloso de su parte pedir, sin siquiera tener conocimiento de su enfermedad, que se le mienta con que hay alguna esperanza de seguir viva.

La joven sorprendida decide salir por su propia voluntad de lugar, se despide de su cuñada con la promesa de luego contarle todo lo sucedido y una vez fuera del edificio camina hacia su casa, aunque claramente queda muy lejos.

–Maldito desgraciado,ni siquiera me ha dejado saber dónde vive la mujer como para ir a visitarla y acompañarla en este duro proceso– Comenta con rabia mientras sigue con su andar. –Pobre de Alice que tiene que soportar un jefe así.

Pasaron quizás dos horas en las que Tamara estuvo caminando para llegar al edificio oscuro destrozado e inseguro en el que vive y finalmente ingresó a su departamento.

Para su desgracia su estómago comenzó a rugir del hambre, pero como gastó sus últimos centavos en ayudar a aquella mujer, tuvo que hacerse un simple té para poder dormir tranquila.

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