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Una CEO Despiadada

Una CEO Despiadada

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Alondra Meyer, quiere venganza. Ella solía ser una joven empresaria que estaba perdidamente enamorada de su prometido pero, Paul está por destrozarle el corazón, la traición llamará a su puerta y la llevará a convertirse en una persona completamente diferente, herida en su ego, se convertirá en un ser despiadado, con la creciente necesidad de venganza Paul Smith, está por perderlo todo, su verdugo se vestirá de sensualidad y pasión, mostrándole que para saldar la deuda de dolor que adquirió, debe sufrir y tocar fondo, sin derecho a redención, ni perdón, Alondra desea verlo humillado y destruido. Elías Becker, un hombre poderoso, influyente, apasionado, que en un viaje de negocios conocerá a la mujer que revolucionará sus hormonas. Elías llegará a cambiar la vida de Alondra Meyer para mostrarle que la venganza y el odio, nunca es más fuerte que el amor.

Capítulo 1 Decepción.

Alondra Meyer, era la joven que cualquier madre aplaudiría para su hijo; Buenas, elegante, bondadosa, de un corazón noble y exitosa a pesar de ser bastante joven, Alondra había sido la principal heredera de su padre, y tras la muerte de éste, ella se convirtió en la dueña de una de las empresas más grandes de su país, empresa dedicada a la compra y venta de propiedades, el mundo de las bienes raíces, había resultado un trabajo bastante duro hacerse respetar en un mundo lleno de hombres, en un mundo hecho para hombres, ganarse el respeto de clientes y competencia había sido muy difícil, sin emb

argo con su dedicación y trabajo arduo, incluyendo también el respaldo de su apellido, había logrado mantener a flote la empresa que heredó de su pare, y no solo eso, sino que había logrado darle más prestigio del que tenía, expandiendo el rea de alcance de sus negocios.

A pesar de que todo parecía perfecto en su vida, no lo era, en la universidad había ocurrido un evento desagradable que había logrado marcar su vida, dos estudiantes compañeros de clases suyo, la habían acosado, era ya tarde y su cuero era uno de los últimos en abandonar la universidad, Alondra caminó por los solitarios pasillos en busca de un profesor que jamás consiguió porque sus compañeros le habían cubierto la boca arrastrándola directamente a los baños de hombre, ella estaba aterrorizada, la angustia la calcomía y es que, siempre se había considerado débil y era muy difícil para ella creer que podría ganar esa batalla, luchó con todas sus fuerzas, decidida a no permitir que fuese así su primera vez y es que no, nunca había estado enamorada, ni esperaba que su primer encuentro sexual fuese algo muy romántico o de telenovela, sin embargo esperaba que al menos fuese por decisión propia, le había torturado el hecho de que aquellos dos granujas sin sentimientos habían desnudado su cuerpo con la clara intensión de a provecharse de ella, agradecería eternamente que aquel hombre de limpieza de l universidad estuviese por los pasillos y ante los extraños ruidos había entrado a los baños impidiendo así que su inocencia terminara mancillada, el hombre terminó golpeado y los estudiantes intentaron huir, no les había servido de mucho, ya que tras una denuncia ellos habían terminado tras las rejas por intento de violación.

Sin embargo aquello fue demasiado para Alondra, quién constantemente despertaba en medio de pesadilla y angustia al sentirse hostigada nuevamente, aquello le había impedido permitir cercanía departe de cualquier chico, y con mucha terapia logró aprender a sobrellevar la situación, y su solitaria vida resultaba satisfactoria... por lo menos hasta que conoció a Paul, ya se dedicaba a los negocios de su padre cuando lo conoció, dueño de una empresa mediana, dedicada al área de seguridad, Paul Smith, era un hombre agradable, de carácter tierno y amigable que poco a poco se había ido ganando su corazón, cuando decidieron iniciar su noviazgo, tras varios intentos de intimidad ella le había pedido llevar las cosas con calma y fue allí cuando le compartió la experiencia, Paul aseguró entenderla y le prometió que jamás la obligaría a nada y que a pesar de desearla con locura, le daría su espacio para acostumbrarse a él, hasta que se sintiera preparada para aquel importante paso... tras seis meses de noviazgo, Paul le había pedido matrimonio de una romántica manera y ella totalmente enamorada había aceptado.

A pesar de no haber tenido una intimidad "completa" , las caricias subidas de tono, los besos ardientes y uno que otro juego, nunca faltaban lo cual resultaba satisfactorio para Alondra, quien se alegraba de avanzar con Paul, mientras que para él significaba un enorme deseo frustrado que no avanzaba de la primera base, había prometido respetarla y eso es lo que haría.

Ahora, Paul se encontraba de viaje de negocios, habían decidido adelantar la fecha de la boda, en tres meses podrían celebrarla y unir sus vidas para siempre y ella lo agradecía grandemente, jamás pensó llegar a amar a alguien como amaba a Paul. La boda social de ella no era muy amplia y se podía decir que solo tenía dos amigas; Megan y Sally , las hermanas Johnson, quienes formaban parte importante de su vida y a las cuales consideraba las hermanas que la vida le había negado. Ellas le apoyaban en todo, cuando su padre falleció contó con el amor de ambas, sobre todo de Megan quien era la mayor y contemporánea a ella.

Esa tarde había decidido ir a visitarlas, invitarlas al cine o pasar un rato con ambas, pronto se casaría y las cosas cambiarían un poco en aquella amistad.

Cuando detuvo su saab delante del apartamento que ocupaban las hermanas, suspiró con satisfacción, lo que más estaba deseando era pasar tiempo con sus amigas y distraerse de todo el estrés del trabajo.

Subió en el ascensor y se detuvo nerviosa frente a la puerta, pasándose las manos por el cabello... buscó la llave en su bolso y la sacó, amaba el hecho de que hubiesen compartido llaves de su hogar por si se presentaba alguna emergencia, aquello habñaba muy bien de la profunda relación y confianza que había entre las tres amigas.

Introdujo la llave, la giró y penetro en el apartamento, todo estaba a media luz.

—Qué extraño... — parecía que no había nadie— ¡Megan, Sally!—llamó suavemente pero no obtuvo respuesta.

Quizás no estaban en casa, o, quizás, estuviese enferma. Tenían ya un par de días sin verse, cuando ella estaba libre, Megan no podía, y cuando su ellas disponía de tiempo, entonces ella sencillamente estaba en juntas, reuniones con clientes o proveedores.

La sola idea de perder a su amiga, a cualquiera de las dos, o de que estuviera enferma la aterrorizó, con pasos lentos pero firmes se dirigió a la habitación, colocó la mano en la perilla y la giró suavemente, si estaba enferma no la lastimaría más haciendo ruido, pero cuando abrió la puerta sin poder evitarlo dejó escapar un pequeño grito.

—¡Oh!—su amiga no estaba enferma, estaba haciendo el amor, y la habitación hacía eco de fuertes gemidos, aquel hombre le estaba proporcionando mucho placer.

No hubiese querido ser tan puritana o inocente, pero inmediatamente se ruborizó en gran manera y se giró para no ver, pero cuando se disponía a alejarse una voz la detuvo en seco.

—¡Alondra!— exclamó Megan, su voz temblaba y ella no supo definir si era de vergüenza o de contenida pasión.

—¿Alondra?— dijo la voz del hombre, su voz estaba cargada de miedo.

Se giró y contempló la escena, la silueta de su amiga y de su amante estaban oculta en las sombras de la habitación, la posibilidad de la traición le oprimió el pecho. No, no era posible, Paul no le ahría aquello, pero aún, pudiese ser que él la traicionara, pero...Megan jamás la lastimaría, era su amiga, su apoyo, su confidente, su madrina de bodas, Megan era su hermana...

—Alondra... Alo... ¿Qué haces aquí?

Su respiración se detuvo momentáneamente, su mundo comenzó a girar y la cabeza le pulsaba. Llevó la temblorosa mano al interruptor y cuando la luz brillo, ya no hubo secretos, se rebeló claramente el rostro del amante de Megan, rompiendo así sus ilusiones, su amor, y su confianza por las demás personas.

—¡Paul!—gimió, el dolor no podía ocultarse, su corazón estaba destrozado, todo el dolor emergió en abundantes lágrimas, que bañaron como cataratas sus mejillas.

—Alondra, puedo explicarlo- dijo Megan.

—Es la típica frase qu utilizan los infieles; puedo explicarlo, no es lo que parece—los miró con profunda decepción.—¡Por Dios!, ¿Qué les he hecho para que me hagan esto?— su voz tembló— ¡Son... ustedes son de las personas que más he amado!

—Alondra, yo...

—Tú...¿tú qué Paul, tú qué?— preguntó frustrada, sintiendo como si hubiesen enterrado un puñal en su corazón, sus pulmones no respondían ante la orden de respirar con normalidad.

— Alondra, por favor— suplicó Megan.

—¿Por favor, qué?, pensé que eras mi amiga, te consideraba mi hermana— dijo limpiándose con el dorso de la mano las lágrimas, era inútil sus ojos no paraban de llorar, como muestra del terrible dolor que sentía su alma.

—¡Lo soy!— dijo avergonzada— te sigo querienod como siempre, Alondra.

— Si, tan amiga que decidiste acostarte con mi novio, mi prometido, mi futuro esposo, el hombre que he amado, no entiendo porque me hacen esto, es... es repugnante, ustedes son las dos personas en las que he depositado mi confianza.

—Podemos explicarlo.

—¡BIEN, ENTONCES EXPLIQUENME A VER SI LOGRO ENTENDERLO!—gritó furiosa.

—Alondra, sabemos que estas molesta...

—¿Molesta?...¡estoy asqueada, decepcionada, engañada, defraudada, indignada!, la palabra molesta no define todo lo que siento. ¿Desde cuándo se entienden?, ¿Desde cuándo me están viendo la cara de idiota?

—No creo que...

—¿DESDE CUÁNDO?— gritó exasperada.

—Un mes— susurró Kitty débilmente.

—¿Qué...dijiste?— preguntó con voz casi inaudible a causa de un sollozo controlado.— ¡Un mes!... ¡UN MES!— Gritó abriendo mucho los ojos, mientras empuñaba las manos— Megan, llevas un mes revolcándote con mi novio, Paul, llevás un mes acostandote con mi amiga, mi hermana, no puedo creerlo... Mírame Paul, eres una basura, ¿para qué aceptaste adelantar la fecha de la boda?, bonito viaje Paul Smith, bonito viaje el tuyo, ¿Cómo fuiste capaz?, durante cuatro semanas la haz besado a ella, para luego besarme, ¡Qué asco!

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