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UN HEREDERO PARA EL NARCOTRAFICANTE

UN HEREDERO PARA EL NARCOTRAFICANTE

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VITORIO FERRERO ESTA AMENAZADO DE MUERTE POR GIULANO CAPRI YA QUE LE DEBE MUCHO DINERO Y NO PUEDE PAGARLE. CUANDO GIULANO SE ENTERA DE QUE VITORIO TIENE UNA HIJA, LE PERDONARA LA VIDA SI LE ENTREGA A SU HIJA CON LA CONDICION QUE ELLA LE DE UN HEREDERO, BIANCA LA HIJA DE VITORIO ACEPTA SIN QUE LE QUEDE OTRA OPCION PARA SALVAR LA VIDA DE SU PADRE. PERO DESPUES DE LA BODA, BIANCA CONOCE A LA QUE ES SU RIVAL QUE NO ES OTRA QUE LA AMANTE DE SU RECIEN ESTRENADO MARIDO ¿QUE HARA BIANCA? ¿ACEPTARA DARLE A GIULANO UN HEREDERO? TODO SE COMPLICARA PARA EL NARCOTRAFICANTE CUANDO VIAJA CON SU ESPOSA BIANCA A MEXICO PARA NEGOCIAR CON UN CARTEL LA COMPRA DE COCAINA, SIENDO BIANCA SECUESTRADA POR UNO DE LOS NARCOS MAS PELIGROSOS DE COLOMBIA

Capítulo 1 LA AMENAZA A VITO FERRERO

He venido con mis padres de vacaciones a una de las mejores ciudades del mundo, con sus edificios que dan vértigo mirarlos, sus puentes famosos y lo que más me gusta, el encendido de Navidad en la plaza de Rockefeller. Es impresionante esta ciudad, nosotros vivimos en Palermo, Sicilia, y estoy con mi madre de compras en la Quinta Avenida, donde hay de todo para comprar, ropa, joyería y muchas otras cosas. Nos estamos hospedando en uno de los mejores hoteles.

Decir que soy hija de unos multimillonarios, no soy engreida pero si me gusta presumir con mis amigos, llevar ropa, zapatos y complementos caros, nunca he tenido novio ya que para mi lo principal es acabar mi carrera de Empresarial y Financiación para hacerme cargo de la empresa cuando mi padre se retire. Me llamo Bianca, tengo veintidós años, tengo el pelo castaños, mis ojos son como el color de la miel y mido un metro setenta

Después de comprar, mi madre y yo subimos en nuestra limusina para volver al hotel, el chofer aparco el vehículo en el parking abriéndonos la puerta el chofer ayudándonos a bajar, cogimos el ascensor allí mismo para subir a nuestra planta, salimos y dirigiéndonos a nuestra habitación nos quedamos mi madre y yo inmóviles al ver dos hombres en la puerta escuchando unos gritos que salían de la habitación. Nos acercamos a los dos hombres que nos miraron con recelo.

— No se puede pasar ahora — nos dijo uno de ellos

— Es nuestra habitación y ya te puedes ir quitando de enmedio, soy la hija de Vito Ferrero — les dije

— Perdone señorita Ferrero, — me dijo abriéndonos la puerta de la habitación

Al entrar en la habitación, mi madre y yo vimos a otros dos hombres dentro, mientras mi padre estaba sentado en un sillón tapándose la cara con las manos.

— ¿Qué pasa aquí Vito? ¿Quiénes son estos hombres? — preguntó mi madre

— Es mejor que os marcheis, son negocios que tengo con estos hombres, iros al bar, luego bajo yo — nos dijo mi padre

— Supongo que usted es la señorita Ferrero — me dijo uno de los hombres que allí dentro había

— Yo no tengo el placer de conocerlo señor — contesté

— Mi nombre es Giulano Capri — me dijo cogiendo mi mano, besándola

Me quede mirando como si me hubiera hipnotizado su mirada, al hombre que acababa de hablarme mirandome con sus brillantes ojos verdes, sus gordos pero bien perfilados labios, su negro pelo, hasta que me saco de mis pensamientos mi padre cuando le hablo a mi madre

— Maria, vete con la niña ahora mismo — nos gritó mi padre

— Vito, Vito ¿porque tanta prisa para que se marchen tu esposa y tu hija? debo decirte que tu niña es preciosa y me gustaria que me concedieras su mano, así tu deuda quedaría saldada con los Capri — dijo Giulano

— Papa de que habla, ¿que deuda tienes con los Capri? — pregunté

— No te daré a mi pequeña, prefiero que me mates — le dijo mi padre

— Papá, ¿qué pasa? ¿de qué está hablando este hombre? — le dije

— Señorita, su padre tiene una deuda de varios millones con mi familia, y estoy aqui para cobrar, o bien con la muerte de su padre o casandome con la única hija de los Ferrero, aunque la deuda que tiene su padre con mi familia se saldará cuando me de un heredero — me dijo

— Deja a mi hija tranquila, nunca te la daria a cambio — contestó mi padre

El otro hombre que había en la habitación se acercó a mi padre propinándole varios puñetazos en el cuerpo y en la cara, mientras mi madre chillaba horrorizaba llorando

– “””Ya basta”” – grité – Me casaré con usted, pero deje a mi padre — le dije

— Dejalo Marcelo, señorita Ferraro, la boda será en Milán dentro de tres días, le aconsejo que vuelvan enseguida a Palermo ya, porque supongo que tendrá muchas cosas que hacer antes de nuestra boda, Buon giorno, Vito. — nos dijo saliendo seguidamente de la habitación seguido por su sicario.

— Vito, quiero una explicación de lo que aqui dentro a pasado, no voy a dejar que mi hija pague por tus errores — le dijo mi madre a mi padre

— Maria lo siento, estafe y robe a los Capri pensando que no se darían cuenta, hija deja que me maten pero no quiero que tú seas infeliz con ese hombre — me dijo mi padre

— Ya es tarde papá, la palabra de un Ferrero es como si fuera su honor y eso fue lo que tú me enseñaste — le dije

Ese mismo día nos fuimos del Hotel, subimos a la limusina para ir al aeropuerto, subimos a nuestro jet privado para volver a Palermo, dejando atrás la maravillosa ciudad de Nueva York.

El avión aterrizó en Palermo, esperándonos nuestra limusina en la misma pista, subimos al vehículo que nos llevó a nuestra casa, bajando mi padre muy enfadado de la limusina cuando llegamos, entrando en la casa detrás de mi padre, dirigiéndonos al salón mi madre y yo, mientras que mi padre se encerraba en su despacho. Al día siguiente estaba en el jardin desayunando con mi madre, cuando vimos un todoterreno con las lunas tintadas aparcando en la puerta de nuestra casa bajando del vehiculo dos hombres vestidos de negro, con gafas oscuras y una mujer llevando en sus manos una caja grande.

— ¿Qué querrá ahora esa gente? — preguntó mi madre

— Señora, hay unos señores en la casa que preguntan por la niña — nos dijo Gina, nuestra sirvienta

— Dile a los señores que ya vamos Gina, gracias — contestó mi madre

Nos levantamos mi madre y yo de las sillas del jardín entrando seguidamente a la casa, nos dirigimos al salón viendo a mi padre hablando con la mujer.

— Ya está mi pequeña aquí, Bianca hija, esta señora te ha traído un regalo de parte de el cabrón de Giulano — me dijo mi padre

— Es su vestido de novia, señorita espero que le guste — me dijo la mujer abriendo la caja que traía en sus manos cuando llego a mi casa

Me acerque hasta donde estaba la caja y cuando lo abri, me quede sin saber que decir, era de raso completamente blanco, escote sin tirantes y diamantes encastrados por todo el vestido incluso la cola.

En Milan, mis padres y yo nos hospedamos en un hotel pagado por Giulano, cuando ya me peinaron, me maquillaron y me pusieron el vestido de novia, mi padre me abrazaron llorando pidiéndome perdón una y otra vez por su mala cabeza, aunque quise animarlo, no sabia como hacerlo, pues la que temía casarse con un narcotraficante tan poderoso como era Giulano era yo.

Entre en la iglesia del brazo de mi padre, mientras nos acercabamos veía a mi futuro marido esperandome en el altar con una sonrisa ladina en sus labios mirándome. llegamos al altar y mi padre beso a mi frente, abrazo a Giulano sentándose después. El obispo empezó a hablar, pero yo no lo podía escuchar, mis pensamientos estaban en mi futuro marido, le temía aún sin conocerlo ya que yo era virgen y los hombres como Giulano tenía más experiencia ya que por su cama habían pasado mujeres de todas clases.

— Bianca, ¿aceptas a Giulano como tu legítimo esposo, prometiendo serle fiel en todas las adversidades? — me preguntó el obispo

— Si lo acepto — dije balbuceando, pues estaba muy nerviosa y mi cuerpo temblaba cuando estaba al lado de mi futuro esposo

— Giulano, ¿aceptas a Bianca como tu legitima esposa, prometiendo serle fiel en todas las adversidades? — le preguntó

— Si la acepto — le dijo mirándome con deseo y lujuria haciéndome estar aún más nerviosa

— VI DICHIARO MARITO E MOGLIE — nos dijo el obispo, intercambiandonos los anillos

— Giuliano puoi baciare tua moglie

Nada más decirnos el obispo que podíamos besarnos, mi ya marido rodeo mi cintura con su brazo acercando mi cuerpo al suyo todo lo que pudo, apretando sus labios a los míos, metiendome la lengua en mi boca todo lo profundo que pudo, mientras yo notaba en mi vientre lo duro que ya tenía su miembro.

Salimos a la calle cogidos de la mano, subiendo a una limusina que había aparcada en la puerta de la iglesia entre gritos de felicitación por parte de toda la gente que había asistido a la ceremonia y pétalos de rosa. La limusina paró enfrente de la puerta de una gran casa, el chofer nos abrió las puertas ayudandome mi marido a bajar del vehículo dándome cuenta que la casa estaba rodeada de hombres armados. Poco a poco fueron viniendo los invitados en sus coches, mientras Giulano me llevaba cogida de la mano a la parte trasera de la casa, donde había preparada una carpa para celebraciones.

Después de la celebración, Giulano me cogió en brazos vitoreando todos los invitados mientras nos marchamos hacia el interior de la casa, subió conmigo en brazos hasta lo que iba a ser nuestro dormitorio, Giulano me dejo de pie en el suelo, besó, lamió y mordió mi cuello mientras bajaba la cremallera de mi vestido, cuando cayó al suelo me puse los brazos en mis pechos cubriendolos ya que no llevaba sujetador, causando que se riera mi reciente marido .

— ¿No has estado nunca con un hombre? — me preguntó

— No, tu eres el primero — contesté

— Túmbate boca arriba en la cama y abre las piernas para mi, te voy a hacer gritar de placer así sabrás lo que es follar con un hombre — me dijo dándome aún más vergüenza

Me tumbé en la cama como mi marido me dijo, viendo como él se quitaba toda la ropa, cuando se quito los boxer, pensé que me iba a romper al ver su miembro tan grande. Giulano se tumbó a mi lado lamiendo mis labios mientras sus dedos recorrían mi entrepierna dandome placer, metió un dedo en mi interior rotando haciéndome gemir de placer mientras arqueaba mi espalda

— Asi me gusta, quiero escuchar como dices mi nombre cuando tengas un orgasmo, ya eres mía Bianca Ferrero — me decía

Introdujo un segundo dedo en mi interior mientras mordía cada uno de mis duros pezones, estirando de ellos, mientras movía sus dedos en mi interior estimulando el clítoris, hasta que el primer orgasmo hizo acto de presencia

— Giulano, sigue por favor — grite

— Eso es mi pequeña putita, di mi nombre — me decía

Puso su cabeza en mi sexo, haciendome notar como mordia y succionaba mi clitoris sin cesar, hasta que me hizo tener el segundo orgasmo, subio besando mi vientre hasta que nuestras bocas se juntaron en un lujurioso beso y fue cuando note como aquel gran miembro se hacia paso en mi estrecha obertura, sintiendo un dolor casi insoportable primero y un placer inexplicable despues.

— Ya eres completamente mía, mi pequeña puta te voy a destrozar por dentro — me decía mientras me embestía cada vez más y más fuerte

— Te voy a dejar toda mi semilla y espero que me des un hijo pronto, zorrita — me dijo dejándome hasta la última gota de su semen en mi interior.

Cuando llegamos al clímax los dos rodeo mis hombros con su brazo, apretó su boca a la mía, danzando nuestras lengua mientras sus dedos pellizcaba mi pezón, haciéndome gemir y dar un grito sordo, en su boca, mirándonos después a los ojos fijamente

— ¿Con cuantas mujeres te has acostado? — le pregunté

— No te importa, si no tengo lo que busco con mi mujer, tendré que buscarlo fuera de casa, piensa en eso gatita — me dijo

— Tú has sido el primer hombre que me ha hecho el amor y me ha gustado Giulano — le dije

— Me alagas, pero no me gustaría matarte si te encuentro en la cama con otro que no sea yo, tu ya eres mía, me perteneces recuérdalo, ponte a cuatro patas como las perras, deseo follarte de nuevo gatita --- me dijo

Despues de hacerme el amor dos veces más Giulano se quedo dormido y aproveche para ir al cuarto de baño paara ducharme, pero al levantarme de la cama me sentia dolorida en mis partes, viendo como caia por mi entrepierna el semen de mi marido con algo de color rojo, deje que callera por mi cuerpo el agua templada para calmarme, no me podia terminar de creer que a mis veintidos años estuviera casada con un poderoso y peligroso narcotraficante.

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