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Hoy era nuestro aniversario y mi marido, Roy, me ignoraba por completo, absorto en su obsesión por Lina Trebor mientras yo me consumía en silencio por una enfermedad terminal. De repente, Roy entró en la habitación y su mirada fría me perforó: "No toses cerca de Lina; no quiero que le pegues nada". Cuando le dije que mi enfermedad era terminal, se burló, acusándome de manipularlo, y luego me informó que su venganza destruiría a mi familia por el pasado de mi abuelo. Mi enfermedad empeoró, Roy confiscó mis medicinas, mi cuñado perdió su puesto, mi hermana Annabel sufrió un aborto tras una paliza y, para colmo, Lina instigó a Roy a agredirme. Mi abuelo murió humillado, y mi hermana, mi último consuelo, falleció en mis brazos por la brutalidad de su marido. ¿Cómo era posible que mis sacrificios, mis súplicas y mi amor no significaran nada ante la cruel obsesión de Roy? ¿Por qué me condenaba a tal tormento, viéndolo todo desmoronarse por una venganza que no entendía completamente? Desesperada y sin nada más que perder, decidí terminar con mi vida, pero al despertar, me encontré en el día de mi boda con Roy, dándome cuenta de que ambos habíamos renacido.